jueves, 18 de diciembre de 2014

Un diciembre muy diferente


Este diciembre se perfilaba como tantos otros, alegre, en preparativos para viajes, reencuentro con familiares y amigos, pero un diciembre en fin, con lluvia en Santa Cruz de la Sierra y una hendija de frío en La Habana. Todo parecía que sería igual al de tantos años. Pero llegó el 17 de diciembre, exactamente la mañana, esa mañana cuando muchos regresaban de cumplir sus promesas a San Lázaro, después de una extensa caminata al santuario de El Rincón, que cayó la nada esperada noticia: Cuba y los Estados Unidos restablecen relaciones diplomáticas, se dan la mano de forma oficial, hasta se abrazan y ríen como nunca debieron dejarlo de hacerlo. No me cuesta decir que aunque muchas veces nos indujeron a decir hermano, o tobarich, el que de verdad siempre salió con toda sinceridad de la boca del cubano fue el “brother”, dicho así como lo suelta un negro del Bronx, tal vez cuando pedía a Chano Pozo que repitiera su antológica “Manteca”. Nadie puede cuestionar el significado de la palabra Yuma para un cubano, empezó para referirse a un ciudadano americano o a su país y hoy en día es sinónimo de todo lo que sea bueno. Ahora que somos amigos debemos reflexionar sobre esa amistad y como amigos de verdad, amigos de siempre y para siempre respetarnos mutuamente, colaborar y dejar a un lado las rencillas tantas veces impuestas por pocos en ambos bandos, lo que seguramente dejará sin trabajo a unos cuantos, pero que pondrá en muchos sonrisa de costa a costa en ambas orillas. Apenas han pasado 24 horas del notición y ya aparecen algunos de los que se decían amigos a reprocharnos con un: – y nosotros que nos peleamos con ellos por seguirlo a ustedes y ahora son amigos...- o aquellos intransigentes que protestan la decisión, como es su derecho, y aquellos otros que no les hizo mucha gracia pero sienten el miedo de decirlo o simplemente aun no tienen el derecho de expresarse como los primeros. Nos queda mucho por delante, mucho que sumar en esta nueva etapa de la vida de todos los cubanos y me preguntó qué haremos sin enemigo con tanto ejercito, tanta inteligencia, tanta vigilancia, tanta consigna…por ahí están algunas de las pocas cosas que hay que restar, lo demás es adicionar voluntades y corazones a partir de este diciembre tan diferente.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Nadie en Cuba llora a Chespirito

Hace pocos días se dio a conocer la noticia del fallecimiento de Roberto Gómez Bolaños, conocido más como Chespirito, El Chavo del ocho o El Chapulín Colorado. Toda América Latina, incluyendo una buena parte de los Estados Unidos y España, lo llora con una de las alegres sonrisas que tanto regaló a sus millones de admiradores de varias generaciones. Sin embargo en Cuba nadie, o casi nadie, que no es lo mismo pero es igual, lo lloró. Aun no sé el motivo por el cual a mi generación y las posteriores en mi país no se nos dio la oportunidad de admirar o tal vez rechazar al cómico mexicano, tal vez los máximos decididores decretaron que su humor era muy cursi, o no estaba muy comprometido con las causas sociales del tercer mundo, tuviera rasgos burgueses o hizo alguna declaración molesta y decidieron no borrarlo, sino hacer como si nunca hubiera existido, como ha pasado infructuosamente para las degeneraciones de censores con Celia Cruz, Feliciano, películas diversionístas, Los Beatles, El Duke Hernández y cientos que han colmado y aun integran la lista de los prohibidos. Aunque, tal vez por desconocimiento nunca le he prestado mucha atención a los programas de Chespirito, me ha sensibilizado ver el llanto de los niños (ninguno es cubano), y mayores por la pérdida de su ídolo y el desconsuelo de los de mi generación que debimos haber disfrutado o al menos conocerlo. De todas formas, querido Chavo, Chapulín, Chespirito o mejor Chespirote, tuve la suerte de conocerte en este, tu tiempo de siempre y decirte a nombre de todos los que no te conocen: Gracias.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Esa felicidad que nos baña

Me cuesta confesarlo, pero hace solo par de días comprendí porqué el personaje que interpreta Gene Kelly canta y baila feliz bajo aquel tremendo aguacero de utilería, pero con agua verdadera, aun padeciendo en la realidad,  fiebre de 38 grados: Era la felicidad.
De niño odié esa película, tal vez porque el día que fui al cine de la mano de mis dos más cinéfilas tías, pensé que me llevaban a ver una película de piratas y paré viendo aquel tipo que no paraba de cantar, ni bailar ante la gente hechizada en aquella sala cinematográfica de barrio, con el rimbombante nombre de “Gran Teatro”.
Recuerdo que a la salida, mientras todos tratábamos de cruzar el umbral a la realidad a través de una amplia puerta identificada con un cartelito lumínico en la parte superior que decía “exit”, una buena parte de la multitud no cesaba de tararear I sing in the rain… y para colmo una de las tías le comentó a la otra, por supuesto su hermana, que  el protagonista era muy simpático, lo que me dejó atónito, pues no podía entender cómo aquel viejo de casi 30 años podía ser simpático.
Muchas más veces pasaron la película por televisión y seguí sin entender cómo la familia completa, más los vecinos de la cuadra y otros lugares aledaños, se extasiaban frente a la pequeñísima pantalla del televisor de mi casa viendo al dichoso hombre con aquella sombrilla bailando tap bajo la lluvia, hasta que por fin (menos mal), llegaba  el policía acabando con su espectáculo.

Ni sé cuantos años han pasado, pero hace solo par de días comprendí, me di cuenta que, aunque no muchas veces, bien sé que es salir a la calle mientras nos cae un aguacero arriba y ni cuenta nos damos, es sin dudas esa felicidad que nos baña.


domingo, 5 de octubre de 2014

De teléfonos y tecnologías


No soy uno de esos adictos a la tecnología, de los que se lanzan contra el último teléfono celular, reloj inteligente, tablet, iphone o no sé qué más, para comprarla apenas salida del horno y darle uso sin apenas dejarlo respirar, o simplemente salir a exhibirlo (en Cuba decimos especular, aun sabiendo que ese no es su significado literal), aunque no sepan lo que tienen ni cómo se usa. Mi salario no es factible para seguir los costos de los nuevos Androides o Apples que me dejarían sin aliento y peor aun sin dinero en esta carrera tecnológica.
Pero no desprecio la tecnología, ni mucho menos la odio, es más, la amo, solo que en este caso no se puede conquistar de la misma forma que pueden hacerse otras conquistas. Tampoco puedo vivir sin ella.
Ayer de pronto mi teléfono inteligente dejó de funcionar. Me sentí peor que Robinson Crusoe en aquella remota isla, era domingo y no sabía qué hacer, estaba molesto, indignado, frustrado y sobre todo, incomunicado.
Armé como pude mi viejo teléfono convencional, bruto, burro, antigüito, o como quieran llamarle. Enseguida comuniqué, sí, sin esperar a que cargue o que salga una y mil información o fotos que no pedí, simplemente marcando el número a que deseaba llamar y rápidamente voces desde el otro lado respondiendo a mi angustiante llamado. Unos me consolaban como si les hubiera dado la peor noticia de sus vidas, otros me exhortaban a que tuviera resignación y esperara al lejano lunes, alguien con voz llorosa me decía que me comprendía, que ya había pasado por esa dolorosa situación. Pero nadie, nadie se mostró indiferente y mucho menos bromeó con mi penosa situación.
En la mañana cargué con mis dos teléfonos, el inteligente y el bruto, esperaba que en el transcurso de la mañana alguno de mis estudiantes, que viven al día con la tecnología, me orientara al respecto. Así lo hicieron, unos con compungida cara me recomendaron algunos técnicos, como si hablaran de cirujanos especializados en trasplantes de corazón, otros se apartaron discretamente de mi celular como si tuviera un peligrosa enfermedad, que pudiera contagiar al suyo, incluso una me dijo, a modo de consuelo, que hoy salía al mercado un nuevo modelo.
Para colmo mi telefonito sin inteligencia no cesó de sonar y aunque pude atender las llamadas de inmediato sin que saliera un icono con un cartelito de modo de avión u otro avance tecnológico, de esos que en ocasiones dificultan poder atender la llamada. Algunos ojos que no sabían de mi desgracia, miraron con ese mal brillo cuestionador, del por qué en este siglo yo seguía usando tal aparato.
Antes de ir a ver a un técnico, decidí volver a intentar hacer funcionar a mi inteligente teléfono, ya que en realidad me considero mucho más inteligente que  él y así fue, con un poco de análisis lógico agregándole algunos golpes técnicos, empezaron a encenderse lucecitas, aparecer mensajes desesperados de muchas partes del mundo indagando sobre mi ausencia por más de 15 horas, noticias malas y algunas buenas de publicaciones digitales, publicidad, chismes, trailers de los próximos estrenos y muchas más cosas que yo no pedí, como restregándome en la cara que había estado casi una eternidad alejado de la tecnología, también impidiendo que pudiera marcar algunos números para comunicar  a todo quien se había preocupado, que pude rebasar semejante mal, que volví a la vida que nos marca las nuevas tecnologías. Entonces no me quedó más remedio que echar mano a mi viejo y no inteligente telefonito, y así lo logré.

lunes, 15 de septiembre de 2014

El audiovisual acerca de niños con necesidades especiales

Fotograma del documental "Toda la felicidad de la vida"
En una etapa de mi vida, me tocó la hermosa tarea de realizar trabajos audiovisuales acerca de centros de estudios en Cuba, para niños con necesidades especiales. Fue una experiencia profesional inolvidable que me dio muchas satisfacciones y sobre todo contribuyó a la sensibilización, tanto para mí, como los demás integrantes de mi equipo de trabajo, con esos niños, adolescentes y todas las personas en general,  que necesitan  mucho más de todos nosotros.  Es por ello, y por ellos, que reproduzco (con algunas pequeñas correcciones), lo que fue mi primer escrito publicado en Internet, hace algunos años, cuando ni siquiera tuve la oportunidad de leerlo.

Realizar un audiovisual donde intervengan de forma protagónica niños, es un trabajo hermoso, pero a la vez muy difícil. Los pequeños cuando sienten preferencia e interés por lo que están haciendo colaboran a las mil maravillas manteniendo buena disciplina, pero cuando no tienen o pierden el interés, la motivación o simplemente sienten cansancio, con la mayor naturalidad se niegan a seguir y entonces empieza la catástrofe. Es este el momento en que los realizadores tienen que dejar a un lado guiones, cámaras, luces y micrófonos para echar a mano todo lo que tengan de paciencia, asumir el rol de psicólogos infantiles y hacer volver a los niños al set.
Esto ocurre con mucha frecuencia, sobre todo cuando lo que se realiza es un documental en el cual de forma reiterada se hace imprescindible la repetición de planos, cambios de encuadre, de iluminación, de tomas de audio u otros elementos de índole técnica y artística que se presentan normalmente en una filmación y que se incrementan con las condiciones naturales de frío o calor en exteriores o por las potentes luces en interiores. Todo esto se hace más complejo aún, cuando el material está relacionado con niños con necesidades especiales.
Para la realización de documentales con niños de estas características deben tenerse en cuenta diferentes aspectos de índole general y particular por cada especialidad, que harán menos compleja esta tarea.
Dentro de los aspectos generales es necesario ante todo llevar a cabo una minuciosa investigación antes de confeccionar el guión, esta deberá hacerse in sito, conjuntamente con los asesores, entre los que deben estar incluidos profesores, psicólogos, psicopedagogos y representantes de la dirección de la escuela, para conocer las principales características del problema que presentan estos niños y en qué consiste el tratamiento.
Es importante crear una estrecha relación entre el equipo de realización y el personal del centro escolar con el objetivo de que el trabajo, en las etapas de pre-producción y filmación, fluya lo mejor posible. Ya desde la primera etapa señalada, es necesario que el equipo de realización se relacione, y aún más se sensibilice con los niños que participarán en el audiovisual.
La relación con los padres o tutores de los pequeños es de apreciable importancia. Ante todo estos deberán estar de acuerdo con el trabajo donde participarán sus hijos. Su apoyo así como su influencia hacia los niños integrados al proyecto tienen una incalculable connotación humana, ética y práctica que incidirá de forma totalmente favorable en el resultado final.

Otro aspecto importante consiste en que el trabajo se haga en la misma escuela y ambientes en que estudian los niños. No se debe trasladar a los pequeños a estudios de televisión u otra locación desconocida para ellos.
Una vez precisados los aspectos anteriores se procederá a estructurar el guión teniendo en cuenta prever las locaciones escogidas, la actividad y hora en que se filmará, así como el orden, la ubicación de equipos y todo lo que pueda agilizar el rodaje.
Cuando se filma un audiovisual que incluye niños con necesidades especiales,  gran cantidad de secuencias se hacen en toma única, ya que es muy probable que se precise tomar un tipo de conducta la cual no habrá posibilidad de repetir (tomando en cuenta las características de los niños y su comportamiento impredecible en algunos casos), por lo que el personal escogido para este tipo de trabajo debe ser experimentado y el equipamiento técnico estar en optimas condiciones con el fin de evitar interrupciones que puedan malograr una secuencia irrepetible. Un fuera de foco, un ruido ajeno o una sombra que no corresponda, no debe ser óbice para detener el trabajo. Estos detalles, aunque perceptibles, pueden eliminarse durante el proceso de post-producción. No obstante, si no fuera posible enmendar esta deficiencia técnica y la secuencia donde ocurrió lo amerita, puede aparecer en el resultado final, y el espectador comprenderá seguramente el valor de la secuencia frente a estas deficiencias fortuitas.
La selección de los niños que intervendrán en el documental se hará conjuntamente con los asesores, teniendo en cuenta que sean los más avanzados en el aprendizaje correspondiente, así como en el tratamiento aplicado. El aspecto físico es también importante, aunque depende de lo anterior. No es necesario, si no lo requiere el contenido científico o didáctico del material, hacer énfasis en imágenes que resalten defectos físicos, tampoco es recomendable estimular sentimientos de lástima o compasión en el espectador.
El audiovisual didáctico sobre educación a niños con necesidades especiales, debe hacerse comprensible para los especialistas, la terminología científico - técnica no debe obviarse, aunque si este material ampliará su horizonte a un público más general (padres, maestros y otros) pudiera requerir que su significado sea explicado brevemente de forma tal que se facilite su comprensión por este público al cual no estaba dirigido.
En la etapa de rodaje, el desarrollo de las diferentes actividades por lo general se efectuará en el mismo lugar que se hacen cotidianamente. La sesión de trabajo nunca se extenderá de forma tal que los niños puedan sentir agotamiento. Solo debe permanecer en la locación el personal requerido.

El audiovisual donde intervengan niños con necesidades especiales, no solo consiste en aportar conocimientos a personas que trabajan con ellos, también debe estar dirigido a sensibilizar a todos sus posibles espectadores, para que sepan que ellos también existen y nunca queden excluidos de sus miradas.

lunes, 18 de agosto de 2014

Y dale con el chivo


Tengo un amigo que es arquitecto y músico, o tal vez músico y arquitecto. Nuestra amistad comenzó cuando por razones de trabajo nos encontrábamos, él, como saludo entonaba el estribillo de una popular canción de Celia Cruz y después gritaba  alegre el consabido: ¡azuca`¡ seguramente desconociendo que la Guarachera de Cuba, fue desterrada no solo de su tierra, sino también del oído de varias generaciones de cubanos, pero es muy larga y dolorosa esa historia para contársela a ese amigo quien siempre está ávido de referentes de nuestra música.
Una de las últimas veces que nos hemos encontrado le tararee aquello de “…chivo quiere que le den candela…”, a partir de ese día cada vez que lo encuentro me recibe con el estribillo que nada más ha conocido por mi desafinada entonación, pero a partir de ahí me he puesto a pensar la relación de ese animalito con la música cubana, cuántas canciones le han sido dedicadas al cuadrúpedo de cuernos curvos, al macho de la cabra, a ese saltador incansable que se traga todo lo que se le ponga adelante, siempre que no sea carne, porque carnívoro  no es .
Es notable la importancia del chivo en la cultura cubana, su noble significación en ese sincretismo religioso producto de la mezcla del español y el africano, donde la ofrenda  no es carne de res, ni mucho menos de cerdo, sino de chivo, cocinada con cerveza o ron y apodada “chilindrón”.
Su influencia en el habla popular también es extensa, desde esa pequeña barbilla que se usa cubriendo al mentón, el comprimido para copiar en los exámenes, el trabajo que se hace de forma clandestina escondido del jefe, la bicicleta…, a todo eso le llamamos categórica y responsablemente chivo. Además, algunas frases como: “se está haciendo el chivo con tontera”, que significa que se está fingiendo el distraído o “tiene una cantidad de dinero que no la brinca un chivo”, refiriéndose a una persona adinerada.
Indudablemente la frase más popular con referencia al chivo salió de una de esas canciones interpretadas por Bola de Nieve “Chivo que rompe tambor, con su pellejo paga”, la cual ha trascendido formando parte del refranero popular por su significación de “quien la hace la paga” y que refiere más adelante ese gran músico con su tremenda gracia..” …y lo que es mucho peor, que en chilindrón acaba”, significando que su carne pasará a formar parte del próximo banquete.
El cuero del chivo es imprescindible para los tambores batá, bongoes o la tumbadora en cualquier agrupación musical cubana, así que esa es una forma más de trascendencia de ese animal.
Me vienen a la mente  algunas canciones con el chivo como elemento principal, recuerdo aquella de “yo tengo un chivo que toma cerveza”, “yo no como corazón de chivo” o “me quedé sin chivo”, todas muy populares.
El tema no se agota pero hay mucho calor hoy, he sudado bastante y si no me doy una ducha urgentemente empezaré a oler a berrenchín de chivo y eso no es bueno, aunque  un poco menos peor que le digan a una persona, ya sea hombre o mujer, como el femenino del chivo (chiva), que a ningún cubano se le ocurriría decirle cabra. Pero ya, hasta pronto, no chivo más por hoy. 


jueves, 17 de julio de 2014

Para vivir mejor. El largo y tortuoso camino de un contribuyente en Bolivia


Todo comenzó aquel día cuando se percató que su carnet de identidad estaba próximo a vencer. Salió animado en la tarde, y aunque no muy diestro en eso de ubicar direcciones, llegó sin mucho contratiempo a un lugar llamado SEGIP, donde se realizan los trámites al efecto. Había llovido y el sol ardiente aun no había evaporado el rastro de barro que dejó la rápida y fuerte lluvia, entonces sus zapatos nuevos y cómodos como ninguno, comprados en su viaje a la vecina nación conocieron el fango por primera vez.
Una vez allí y ver todo cerrado se percató de que había llegado tarde aunque sólo eran las 2. No estaba solo, dos o tres trastardados miraban confundidos la edificación donde debían atender su gestión. Alguien tocó un timbre que  se camuflaba entre  indicaciones y publicidades (ninguna decía la hora de atención), de una ventana en el piso de arriba asomó la cara de un hombre quien con su mano derecha hizo un ademán indicando que le esperaran. Bajó enseguida y solicito repartió unos papelitos donde ya se daban las indicaciones para iniciar el trámite, casi al retirarse el pequeño grupo alguien preguntó por el horario de atención y el hombre, sin dejar su amabilidad, les dijo que empezaban a las siete y treinta de la mañana - por favor, estén bien temprano que solamente damos 40 fichas, hay gente que viene a las dos de la madrugada.
A las seis de la mañana, aun de noche  ya estaba plantado frente al SEGIP (aun no sabía que querían decir aquellas siglas), delante  de él unas doce personas de diferentes nacionalidades hacía cola. Todo fue rápido, aun no eran las 8 de la mañana y ya le habían revisado los documentos sobre todo lo concerniente al depósito de 60 dólares, que es lo que cuesta el dichoso carnet para los extranjeros.  La funcionaria que lo atendió, muy amable también, le comunicó que todo estaba correcto y le dio una cita 4 meses y 21 días más tarde para hacerse la foto. Mientras se alejaba pensó, cómo era posible que si se pasaba 25 días del vencimiento de su documento de identidad le imponían una considerable multa que se acumulaba diariamente, tendría entonces que andar varios meses con el documento vencido sin que nadie pagara multa por ello. Eso y más se preguntó y es posible que aun se siga preguntando él y muchos más porque las respuestas son nulas.
Gracias a un amigo que le aconsejó que fuera de nuevo, volvió al SEGIP, allí se lo informaron oficialmente, que si iba temprano, bien temprano, podía conseguir ficha, así lo hizo y dos días después amaneció frente a la puerta de aquellas oficinas, era la decimotercera persona que llegaba, pero como no era supersticioso, esperó. Todo salió bien, antes de las ocho de la mañana ya le habían atendido y le dijeron que si quería esperar hasta las 11 o que regresara a esa hora para hacerse la foto.
En menos de una semana ya andaba con su reluciente carnet de de identidad de extranjero. Entonces decidió hacer un trámite que tenía pendiente y no podía realizar por no contar con documento de identidad: Tramitar, como cada año (algo que aun no entiende ni nadie le explica), las autorizaciones para obtener un nuevo talonario para emitir facturas que constan para pagar los impuestos por los servicios que presta.
Llegó el lunes y bien temprano se dirigió a las oficinas de impuestos internos, fue de los primeros en entrar y he ahí la primera decepción - señor este trámite ya no se hace aquí, ahoringa es en la Beni y cuarto anillo. No se decepcionó y partió raudo a las nuevas oficinas. Lo atendieron en información donde le dieron un papel impreso con todos los requisitos para hacer lo que creía una sencilla gestión.
Reunió todos los documentos solicitados, creyó que había hecho la inscripción requerida por internet y de nuevo se personó en las oficinas de impuestos internos pero…después de hacer una breve fila (prefiero decir cola), para ser atendido en información. El funcionario le explicó que ya no había ficha y no lo podían atender pues era casi las cuatro y media de la tarde y cerraban a las seis.
Ya no tan alegre concurrió otra mañana temprano, el de información lo remitió con una joven que lo atendió muy atentamente, reviso los documentos y le dijo que la inscripción no estaba correcta, que allí mismo le ayudarían a hacerla correctamente. De nuevo hizo la cola, el de información le entregó un papelito con un número. En poco tiempo fue llamado a un grupo de computadoras, tomó asiento y asesorado por dos jóvenes al efecto pudo hacer la inscripción correctamente, o al menos eso creyó.
Triunfante hizo de nuevo la cola para sacar una ficha en información que lo remitiera a la joven que atentamente le había atendido antes. El de información lo miro con pena, se rascó la cabeza, observó la hora en el celular y le dijo con voz de funeral que ya se habían acabado las fichas, que volviera al día siguiente, temprano.
Era lunes y llovía, llovía torrencialmente y en Santa Cruz de la Sierra las calles se inundan y los buses no  pueden salir a realizar su labor pues  tienen que transitar por muchas calles sin pavimentar que se convierten en verdaderos ríos, pero tuvo suerte y pudo llegar temprano a las oficinas de Impuestos Internos, era el primero y a la hora que abrieron solo sumaban tres, por supuesto bajo ese aguacero a pocos se le ocurriría ir a hacer trámites para pagar, no para cobrar dinero. Afortunadamente a la joven atenta no le impresionó la lluvia y fue a trabajar, lo atendió amablemente, observándole que el aviso de electricidad que llevaba era una copia y no el original. Ni corto ni perezoso partió bajo la lluvia a buscar el solicitado, lo encontró y regresó a Impuestos Internos.
El de información le anunció que el aviso que llevaba original no servía porque estaba vencido del tiempo mínimo exigido de 60 días, lo que era cierto pero cuando inició su tránsito por aquel largo y tortuoso camino aun faltaba mucho tiempo por vencer. De nuevo bajo la lluvia de aquella mañana que parecía no terminar, llegó a las oficinas centrales de la Cooperativa Rural de Electrificación (CRE), tampoco entendió lo de rural.  Allí le entregaron una ficha y lo enviaron a información. Con una sonrisa, la de información le informó, por supuesto, que no podían darle una copia pues él no era el propietario de donde vivía. Casi le rogó, le mostró los pagos de meses anteriores y ella impasiblemente le dijo que sólo si traía una copia del contrato de alquiler podía darle una copia del aviso de pago de electricidad de la fecha que él solicitaba.
Bajo el agua, que no cesaba, pudo conseguir una copia del contrato. Llegó de nuevo a la CRE, empapado de pies a cabeza. La de información, quien le había negado el aviso no estaba, le atendió otra que sin mirar el imprescindible contrato le entregó un reluciente aviso de luz original.
Corrió de nuevo a Impuestos Internos, gracias a la lluvia esperaban pocas personas. El de información, una vez que comprobó que el aviso de la CRE estaba correcto le entregó una ficha para pasar a la otra oficina. Desde que llegó se percató que la joven solicita atendía un caso complicado, el otro funcionario parecía que pronto iba a terminar con la persona que atendía. En su interior imploró para que no le tocara con él, su cara de ningún amigo anunciaba que le iba a  buscar algún error, una coma, un punto, una fecha, un número o algo que demostrara que tenía el poder de hacerlo ir y venir cuantas veces le viniera en gana. Así fue, apenas sin mirar el contrato de trabajo le dijo que estaba vencido y a pesar de las protestas le espetó que si no quería se quejara con el supervisor, la mañana había terminado diez minutos antes y aquel funcionario evidentemente no iba a embarcarse en un nuevo trámite.
Le explicó de su agonía lluviosa al supervisor, de los tres viajes bajo un torrente de agua a aquellas oficinas azules, el hombre de sonrisa gratis y lentes inteligentes lo comprendió, le dijo que volviera con todo lo requerido y que lo fuera a ver directamente  para que no tuviera que hacer cola y ser atendido.
Entró decidido la tarde siguiente tratando de esconder la derrota que presentía en lo más intimo de su ser. El supervisor de sonrisa gratis y lentes inteligentes, tal y como le prometió le dijo a la joven solicita que lo atendiera cuando terminara con las personas que tenía ante su escritorio, tardó algo pero por fin él pudo sentarse frente a ella con todos sus documentos  correctamente…al menos eso creía. Ella puso cara de desespero, miró el monitor de la computadora, sus ojos iban vertiginosamente de la pantalla al papel con el número de inscripción impreso que le habían entregado varios días antes en esas mismas oficinas. Con mucha pena le dijo que en vez de hacerle una inscripción le había inhabilitado su constancia de contribuyente. Escribió  en un papel las instrucciones de lo que debía hacer la persona que lo atendiera en la parte delantera de Impuestos Internos, donde están las computadoras.
Media hora después volvía adonde ella con la nueva y real inscripción, eran más de las seis de la tarde y la atenta joven atendía de nuevo a la misma persona que cuando había ido un rato antes. Esta vez tardó más, aun así ella no se inmutó por la hora y pasada las siete hurgó sus documentos, tecleó varias veces, le tomó una foto, captó sus huellas digitales, imprimió varios documentos que él firmó, le entregó copias y cuando en la oficina sólo quedaba el supervisor cansado, que se aprestaba a apagar las luces, se despidió de ambos afectuosamente, como si fueran grandes amigos de toda una vida. En realidad creyó que llevaba toda la vida allí, y se retiró con la alegría de quien gana un premio millonario.
Lo demás fue sencillo, ir al día siguiente a una imprenta (autorizada) y solicitar, pagando 100 pesos, que le imprimieran un talonario para emitir facturas.
Al día siguiente lo recogió, fue a su trabajo donde le emitieron el cheque por los servicios prestados dos meses antes. Sin titubear se dirigió al banco, con su cheque y carnet de identidad casi de estreno, allí le entregaron los relucientes billetes de la moneda nacional.
Mientras iba a su casa pensaba, meditaba acerca de las dificultades para poder emitir una factura que posibilite la recaudación de impuestos “para vivir mejor”, imaginó lo felices que debían ser aquellos caseritos y caseritas que venden mocochinche y jugos, quienes por trabajar por un capital, que es la cuarta parte de lo que el percibe de sueldo mensual, no tienen que pagar impuestos, ni pasar por el calvario que él había atravesado y al parecer atravesaría año tras año. 

Llegó a la intercepción, esa que le aterra, por donde los autos o mejor dicho los chóferes de los autos se defecan en la luz roja, la cebra o la figurita azul que indica que los peatones pueden pasar. Siempre cruzaba alerta, mirando varias veces, pero esta vez se confió al ver que un trío de agentes de la policía de tránsito cuidaba que los conductores no se pasaran con la luz roja. Miró tranquilo al agente que silbato en boca, con su cabeza cubierta con un sombrero al mejor estilo de la patrulla de caminos canadiense, intentaba ponerse de acuerdo con sus dos compañeros para organizar aquel caos vehicular, entonces cuando la señal se puso azul inició confiado el paso a la otra acera. Se imaginaba un caserito vendiendo su mocochinche sin tener que pagar impuestos cuando sintió el impacto, un auto que aprovechando al momento en que el agente de sombrero de la patrulla de camino canadiense le decía algo a un chofer que intentaba pasar en rojo, torció a la izquierda (prohibida por cierto), como acostumbran a  hacer muchos cotidianamente, lo golpeó fuertemente lanzándolo al pavimento. Solo pudo ver la cara del chófer que sacaba la cabeza por la ventanilla mirándolo con señal de reprobación por haberse metido en su camino y que siguió con la mayor tranquilidad. Después debió haber perdido el conocimiento algunos segundos, los suficientes para que alguien le sacara el dinero que acababa de cobrar y del que por supuesto debía tributar como buen ciudadano, para vivir mejor.

jueves, 12 de junio de 2014

De Cumbres, abismos, monarcas y re-reelegidos


Cierto presidente, quien ya no cuenta entre los vivos, dijo en uno de sus encendidos discursos: “…los presidentes andamos de Cumbre en Cumbre, mientras los pueblos van de abismo en abismo”. Cuanta razón tenía y cuan sincero fue, porque mientras tuvo oportunidad, no se perdió ni una, aun soportando que un airado monarca, ahora abdicado, le mandara a callar.
Estas son solo anécdotas que en cierta forma marcan nuestras realidades y henos aquí, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, con otra flamante Cumbre que en pocas horas se nos vendrá encima.
A limpiar las calles, sanear los mercados, patrullar la ciudad para espantar la cotidiana violencia e inseguridad, que cargamos antes y cargaremos después de la Cumbre de los 77 + China (sin el encumbrado chino presidente), incluso a decretar más días feriados gracias al evento.
Y en la calle la gente se pregunta ¿qué más se resuelve en esta Cumbre que no sea dar empleo ocasional a camareros y fotógrafos? Porque cuando terminan las Cumbres eso es lo que nos queda, la fotografía de los presidentes o sus delegados dándose la mano o todos juntitos, enarbolando su mejor e hipócrita sonrisita.
Entre whisky, caviar u otro  bien caro manjar, seguro comentaran del hambre, la pobreza, el calentamiento global, los problemas de salud, educación, alimentación, corrupción y cuanto ción encuentren, eso sí, sin mencionar la re-reelección tan de moda a diestra y siniestra, aunque para ser justo, la última se nota más, a pesar de que alguno de sus promotores sea sacado de noche y en calzoncillos del palacio de gobierno, donde pretendía pasar el resto de su vida criticando a dictadores, monarcas y oligarcas, sin tener en cuenta para nada el término abdicación.
Uno de los matices en las sobremesas de esas Cumbres cotidianas, será buscar en vez de soluciones, culpables y quién  mejor que el imperialismo yanqui, sus lacayos y aliados, tal como apuntara en otra Cumbre, el ex presidente de Costa Rica, Oscar Arias.

Afortunadamente esta Cumbre de los 77 + China (sin el chino), competirá en desventaja con patadas y silvatazos, no de los de los agentes del orden de algunos de los mandatarios representados, sino con las canchas de la Copa Mundial de , aliviando así de las "cadenas" radiales y televisivas, que de seguro algunos de los mandatarios asistentes como acostumbran, impondrán en sus respectivos países, "para que el pueblo se mantenga informado" de la tediosa reunión, en la cual es muy probable que alguno de los presidentes o sus delegados, pretextando un dolor de barriga y con su habilidad para culpar a otros de sus insuficiencias, argumenten que fue a causa del majadito, la salteña o el mocochinche y se replieguen al baño a simular la mayor cagada de su vida, mientras disfrutan del fútbol en un minitelevisor escondido, sintiéndose mejor allí, a pesar del mal olor, que en el salón donde sesione la Cumbre de los 77+ China (sin el chino).

jueves, 17 de abril de 2014

Botella al cielo para un dios de la palabra

A mis doce años  de edad llegó a mis manos un libro, era una novela impresa en papel de bagazo, colección Huracán. Su precio de 40 centavos se podía ver en la primera pagina, escrito mano y con lápiz. Todos en la casa hablaban de aquella novela "Cien años de soledad" y me consideré lo suficientemente maduro para leerla.
La leí de un tirón Gabo, al final quedé un poco desconcertado, pensando que no la había entendido e indudablemente fue uno de esos errores de adolescencia. Claro que la entendí, mi vida fue otra desde aquella remota tarde en aquella casona en Cocosolo, que hasta se me ocurrió parecido a Macondo, fui otro, quise escribir e incluso hasta lo he intentado muchas veces.
Hoy fue un día distinto, durante las 11 horas que estuve ante mis clases de Oratoria, no leí como acostumbro tus discursos "Ilusiones para el siglo XXI", ni "Botella al mar para el dios de las palabras", del que te tomo prestado algo. 
Hoy fue un día distinto, regresé por un camino que nunca transito, incluso al llegar a casa me tomé una cerveza para aliviar el calor, algo que nunca hago solo. Fue en eso momento que me apedreó la noticia de tu partida,  fue en ese momento que comprendí que aquel libro mal encuadernado, que sus hojas volaban al primer viento y que creí que no había entendido, me enseñó que puedo vivir 100 años sin conocer y conociendo la soledad. Buena eternidad Gabriel García Márquez, permíteme despedirte como una vez contaste que le gritaste a Hemingway en aquella calle de París, y que creíste que no te oyó:  MAESTROOOOOOOOO...

lunes, 14 de abril de 2014

¡Llegaron los huevos!

Cocosolo, el barrio. Foto del autor
Ojala que la anécdota que motivó la historia que hoy publico nunca hubiese ocurrido, aun con gotas de humor y "final feliz", así entre comillas. Ojala que millones, porque estoy seguro que pueden pasar de seis cifras comodamente, de realidades que han generado o pudieran generar historias como esta, nunca hubiera que contarlas o callarlas.  La isla entonces pesaría más y muchos no estuvieramos soñando con el mar. A Leopoldina, en realidad  Ernestina o N, como abreviabamos su nombre, quien nos dejó hace algunos años ya en la New York que sólo conocía por King Kong, Cari Grant y Deborah Keer en "Algo para recordar",  a todos los que han salido a cualquier parte del mundo a buscar su "trocito de felicidad", a los que se han quedado, con al menos el aliento que los otros lo encontraron,  quiero dedicar este cuento, que cualquier semejanza con alguna realidad no fue pura coincidencia.
                                     ¡Llegaron los huevos!


A Leopoldina, después de varios intentos por fin le dieron la visa para visitar a su hijo Fidelito, quien años atrás se había ido a los Estados Unidos en una rústica balsa confeccionada con cámaras de tractor ruso, un trozo de red tejida a mano y varios pedazos de madera, que de haberla visto su madre seguramente hubiera sufrido un infarto al no resistir la suerte que correría su único descendiente.
 Nunca se le olvidarán los agónicos días que pasó con la oreja pegada a la radio de onda corta, tratando de adivinar en medio del ruido de la interferencia, la gritería del barrio y la acechante  mirada de su hermano Ramón, quien al visitarla y atraparla en el fragante delito de escuchar la “radio enemiga” le espetaba una charla sobre el bloqueo, matizada con una parrafada del Manifiesto Comunista y algunas citas  de El Capital, que él mismo nunca entendió pero que sé aprendió de memoria.
Trece días después de desaparecer Fidelito del barrio, una amiga que escuchó “por casualidad” la innombrable emisora le dijo que habían dicho que su hijo llegó desfallecido y medio achicharrado por el sol tropical al que se expuso por más de una semana, y años después  ella pensaba que aquello no fue nada comparado con la casi infinita cola de más de 5 meses que tuvo que hacer frente a la Oficina de Intereses bajo lluvia, sol, sereno, frío, sed y muchas otras calamidades, y ni qué decir de la cantidad de tramites, así como dinero que gastó en las interminables gestiones para viajar a Miami donde reside su querido hijo. Pero el día llegó y allá se fue al aeropuerto acompañada por su hermana Olga, refunfuñando por haberse perdido una vieja película mexicana que dieron en la televisión la noche anterior porque tuvo que acostarse temprano para estar en el dichoso aeropuerto casi de madrugada.
Como Leopoldina padecía de presión baja, anemia, diabetes y tres o cuatro enfermedades más, Olga se hizo acompañar por su vecino Fermín  - Porque él es un muchacho bien preparado, sabe hablar inglés y ná que a lo mejor se presenta algo, que Dios no lo quiera y puede ayudar -  y así fue, porque después de pasar al  salón previo a la salida, un agente de inmigración preguntó con voz grave: - ¿Los familiares de Leopoldina Latóz, por favor ? - Olga no quiso oír más y se echó a llorar pensando lo peor, entonces Fermín con voz y paso decidido de pies planos alzando su mano derecha gritó - ¡Aquí!- El agente le entregó la caja de tabacos y varias tabletas de PPG previniéndole que era seguro que en el próximo destino serían confiscadas, así que era mejor que no las llevara.
 Una vez reparados del susto y comprobando que el avión levantaba vuelo perdiéndose en el cielo azul, regresaron a sus casas.
Tres horas más tarde sonó el teléfono en casa de “la China”, la presidenta del comité, quien era la única que tenía teléfono en la cuadra por lo que se sitúo el puesto de mando en su sala para esperar noticias, en la sala de la casa se encontraba Olga, renegando porque no pudo escuchar la novela de las dos, Fermín, quien ese día no fue a trabajar y  “se cogió el día” por vacaciones, Chinita, la hija de La China y su novio Erickson, un gigantesco pelicolorao noruego con mas cara de vikingo que el propio Erick El Rojo, el cual lógicamente no entendía ni papa de español como se dice en buen cubano, Estola, una vecina con su esposo Pepe el camionero, que tenía el camión roto por lo que estaba “interrupto” aunque llevaba consigo su bicicleta “Forever” disponible para por si acaso; Ramón, siempre preocupado porque su hermana podía enfermarse - y allá ni la educación ni la salud son gratis - mientras que Igor Brian su hijo que en voz alta le espetaba que ya su tía estaba muy vieja para ir a la escuela - y él lo miraba con reprobación señalando disimuladamente al extranjero quien - ¿que iba a pensar de la juventud? -  Además en la pequeña sala de la casa había algunos vecinos que entraban ávidos de noticias, más los niños pequeños que ese día no asistieron al circulo infantil que estaba cerrado porque no entró agua.
 Cuando sonó el timbre del teléfono todos se tiraron al aparato, Fermín ágilmente logró descolgar primero, se llevó el auricular a la oreja derecha e instantes después dijo al grupo de desesperadas personas - Es de allá, sonó el pitico, alo alo ¿Who is called? - menos mal que el sabe inglés - comentaron los impacientes espectadores - Ah es Fidelito ¿cómo le va a la vieja por allá? - todos miraron con alegría, el vikingo no entendió nada pero también sonrió - ¿cómo, que no ha llegado, que habrá pasado coño?
 - ¡Ay! - gritó Olga - ¿qué le pasó a mi hermana?
- Dice Fidelito que la está esperando en el aeropuerto de Miami, que han llegado todos los aviones de la Habana y de ella nada -  comunicó el improvisado vocero al publico al tiempo que tapaba el micrófono - ¿qué hago Fide, ah, está bien, chao; él llamará en media hora, caballeros hay que ponerse para esto porque parece que la vieja Leopoldina se perdió.
- Ay mi hermana, tan buena que era - gimió Olga
- Mi tía se perdió – lloró a viva voz el niño
-Coño, que embarque, ella me iba a echar la carta en el bombo internacional - pensó contrariado Igor Brian mientras Ramón lo miraba fulminantemente asegurando después con precisa calma  - Lo más probable es que la hayan secuestrado los de la mafia anticubana de Miami, por lo tanto debemos movilizarnos y denunciarlo ante la opinión publica nacional e internacional.
-  Liberen a Leopoldina  - gritó  la China emocionada.
- Que devuelvan a Leopoldina - exclamaron acopladamente los niños entre sollozos.
 Olga se desmayó, Violeta otra vecina fue a buscar alcohol para reanimarla mientras que Pepe insistía en llevarla para el hospital en su bicicleta. Igor Brian  en silencio disfrutaba la escena con una sonrisa burlona que se acrecentó al ver a su padre garabateando consignas enardecidas en su agenda, con el propósito de lograr lo más rápido posible la liberación de su hermana presuntamente secuestrada. Ya se imaginaba entrevistado en el noticiero de las ocho de la noche, mintiendo emocionadamente que su hermana siempre había sido una combativa cederista, destacada en donaciones de sangre, trabajos voluntarios y vigilantes guardias.
Por su parte Chinita, la hija de La China aprovechó la confusión para irse con Diamante, su anterior novio cubano a quien poco le importaba el compromiso con el noruego que sentado en la sala de aquella casa de locos tropicales, sòlo asentía, negaba, reía o ponía cara de disgusto según apreciaba el desarrollo de los acontecimientos.
El timbre del teléfono sonó de nuevo pero esta vez ya no hubo disputa pues todos coincidieron que por Fermín  saber inglés tenía todo el derecho a ser quien recibiera las llamadas de Estados Unidos u otro país de habla inglesa.
- Fidelito, si... dime - gritó - ¿nada? coño mi hermano, resignación, si, si, nosotros vamos a investigar por acá, oye yo te mandé una carta con ella pero bueno, oigo, halo, halo please, me cago en diez - dijo virándose para los demás quienes seguían la conversación atentamente - que jodienda, se cayó la llamada pero logró decirme que todavía nada.
 De nuevo comenzó la gritería y el desconsuelo de familiares y amigos, el vikingo puso cara de angustia aunque seguía sin entender nada. Pepe por encargo fue para La Plaza a comprar velas mientras que Olga, quien estaba destruida, fue a su casa acompañada por Chinita (quien ya había terminado con Diamante) a buscar una fotografía de su hermana.
 Ramón no perdía tiempo y buscaba en la agenda los números telefónicos de varios conocidos “- que están arriba”- para rápidamente comenzar al campaña mundial por la liberación de la compañera Leopoldina, pero no le quitaba la vista de encima a  Igor Brian, quien ya intentaba entablar una conversación con el noruego que le resulto sospechosa pues detectó cuando su hijo le preguntó a Fermín cómo se decía carta de invitación en inglés.
Luego de tres desesperanzadoras llamadas de Miami, que por supuesto atendió Fermín, nombrado oficialmente representante del barrio para las relaciones internacionales, comenzaron a perder todo tipo de esperanzas, alguien hasta sugirió que ya podían encenderse las velas frente a la fotografía de Leopoldina, pero su hermana dijo que nó, que había visto en una telenovela mexicana, que Chinita alquiló en el banco de Alexis, que a una señora le había pasado lo mismo y apareció diez años después casada con un millonario americano.  Sin embargo las velas se encendieron pero por otro motivo... llegó el familiar apagón el cual fue recibido con improperios y el consabido recuerdo a las madres de los presuntos causantes. En medio de la oscuridad sonó el teléfono, Fermín, confiado ya en su autoridad para con el aparato no se apuró. Del otro lado de la línea Fidelito, con la voz desconsolada y sollozante le decía que su madre no había llegado, que todo quedaba en manos de Dios y que no volvería a llamar hasta por la mañana porque las llamadas estaban muy caras. Su interlocutor le contestó que no se preocupara, que todos estarían en vela hasta tener noticias.
 A las 11 y media vino la luz, todos tenían hambre, pues nada habían comido durante el día. El vikingo pareció comprender y sacó de su jeans un billete de 20 dólares. Pepe casi se lo arrebató de la mano y a gran velocidad en su bicicleta “Forever”, fue para la cafetería Rumbos que estaba abierta las 24 horas a comprar algo que comer y algunos refrescos. Ramón continúo elaborando ardientes consignas mientras que Igor Brian se fue para el patio con el radiecito de pilas a escuchar clandestinamente “Radio Martí”   con el afán de averiguar sobre su tía.
La mañana los sorprendió a todos dormidos, Ramón, quien siempre daba el ejemplo fue lógicamente el primero en despertar dando el “de pie” al estilo con que se hacía en “los gloriosos albergues cañeros” de los años 60 y 70, cuando no sé perdió ni una "zafra del pueblo". Enseguida todos se despertaron, se estiraron ruidosamente y comenzaron a contarse unos a los otros sobre lo buena que había sido Leopoldina en vida. El teléfono sonó y todos los oídos quedaron atentos a la voz de Fermín de quien ya su protagonismo comenzaba a levantar envidia en algunos de los presentes.
- Halo, ah Igor Brian es para ti... y apúrate.
Como todos estaban aburridos de hablar lo mismo (alguien susurró que podían jugar una partida de dominó pero lo pulverizaron con solo mirarlo) sin ponerse de acuerdo hicieron silencio para escuchar descaradamente lo que el joven hablaba y no parecía importarle que escucharan - Eh ¿sí? Que bueno, así que ya llegó la inscripción de nacimiento del abuelo, que eficientes son esos gallegos, bueno mañana mismo voy a marcar en la embajada de España, al instante todas las miradas fueron a Ramón quien solo murmuró algo relacionado con la xenofobia en Europa.
Entonces el tiempo se detuvo, todo se olvidó, hasta los mosquitos se paralizaron por un instante precedido de un grito- ¡Llegaron los huevos! Sin previo aviso todos se lanzaron libreta de abastecimiento en mano a la cola de la carnicería dejando solo al pobre noruego que con su cara de comemierda  no entendía nada de lo que pasaba.
El teléfono sonó de nuevo y al pobre escandinavo no le quedó más remedio que descolgar – Halo - dijo tímidamente - Oye Fermín -  habló Fidelito del otro lado -  la vieja ya está aquí, lo que pasó fue que ella al ver la cola  tan larga en  el avión para Miami se puso en otra que había menos gente y era una salida para Burkina Faso, imagínate como dio vueltas por todo el mundo la pobre, pero ya está aquí mi hermano, coño si hasta me dio ganas de llorar cuando me vio y me dijo - Fidelito mijo que gordo estás. El noruego no entendió nada, miró a su alrededor y no había nadie, entonces discretamente colgó  el teléfono.