sábado, 30 de junio de 2012

A 20 años

Se reencontró con la hoja de papel amarillo, para ella era como un jeroglífico lo que allí estaba escrito, el idioma español nunca lo entendió a pesar de que en su juventud estuvo unos pocos días en la isla de Cuba como integrante de un intercambio estudiantil. Durante mucho tiempo lo había encontrado cada vez que iba a deshacerse de cosas inservibles, pero sin saber porqué lo conservó, y aquel día en que lo tuvo de nuevo ante sus ojos se empeñó en saber qué le había escrito aquel joven del que nunca olvidó su rostro alegre y sus ojos de un encanto extraño que la miraron sorprendido cuando tomaba un baño tranquilamente en un cálido arroyuelo, mientras esperaba el bus que ellos llamaban algo así como wa wa, con un poco de ritmo musical como todo en aquel país.
En el intercambio participaban estudiantes cubanos que como ella y él realizaban trabajo de campo clasificando suelos. La wa wa debía recogerlos en un punto determinado para regresar al campamento donde pernoctaban, más como tardaba caminó algunos metros del lugar  y descubrió el arroyo que la sedujo a sumergirse.
Estaba desnuda con la mitad de su cuerpo fuera del agua cuando apareció él entre los arbustos que la protegían de cualquier indiscreta mirada. A pesar del calor deseó que la abrazara pero el joven bajo la vista interrumpiendo el paisaje de sus ojos, se sonrojó y mientras se marchaba apresurado murmuró algo que ni entendiendo su idioma podría haber comprendido.
Sus años de modelo en Cracovia y más adelante como prostituta en Londres pasaron volando, después ejerció su profesión de Ingeniera Ambiental que unido a sus anteriores oficios le permitían una holgura económica envidiable, pero cuando vino a darse cuenta ya pasaba los 40 y aun no se había casado, ni había tenido hijos. Todo eso pensaba mirando el enigmático papel manuscrito.
Decidió ir donde Grzegorz, entendía muy bien el español, incluso estuvo con ella en el viaje a Cuba y visitó varias veces después esa nación caribeña. Notó que había cambiado mucho, se veía avejentado, su cabello rubio se había transformado al color de la nieve, su abdomen  creció desmesuradamente y ahora andaba con su único brazo, el derecho, oscilando como péndulo sobre todo cuando tenía unos whiskys de más.
Lo tradujo riendo, escribió el texto en su lengua natal mientras ella iba viendo emocionada como aparecían los caracteres en la pantalla de la computadora formando palabras que ya podía leer en su idioma. Lo imprimió. Ella, prometiendo a su viejo amigo que la próxima vez no pasarían años en ir a visitarlo, se despidió y corrió a su casa.
Lo leyó una, dos, cien, muchas más veces. Pensó todo lo diferente de su vida si en aquella mañana siguiente de su encuentro, cuando él se acercó en el momento que se despedían entregándole aquel papel, le hubiera pedido ayuda a su entonces esbelto y buen amigo Grzegorz, quien desde aquel tiempo dominaba bien el idioma español, ya andaba con un brazo de menos y con las cervezas que pudiera de más. Seguramente todo hubiera sido diferente pero era imposible regresar al pasado. El único consuelo que le quedaba era buscarlo en las redes sociales...pero no sabía su nombre, por eso decidió publicar en internet el poema que él le había escrito 20 años atrás.
                                                         
DOROTA

De ti se poco:
campos de exterminio
huelga en los astilleros
muertos en el puerto.
Suenan las calles de tu cuerpo
a rapsodia perdida en mis estrellas
pero están tu ojos
proyectando cuadro a cuadro
en azul y solo azul.
Quisiera decirte tantas cosas
pero no entiendes mi lengua
recurro a la mirada
por eso te miro
y te enseño mi campo
mi piel, mi egoísmo
mi miedo por tu canto
y te digo adiós
el día que debí conocerte.
Sé por tus senos al viento
que Dansk se ve desde lejos
cuando el marino sin besos
llega a la tierra prometida.
Quizás mis peces tan pequeños
rindan culto a tu desnudo
impreso en los lienzos de mi mente
guiando con apuro, mi futuro a tu presente.
Dorota, iré bañado en ternura
a tus abedules milenarios
a tu nieve, a tus santuarios
a tu vida, con mi locura.







martes, 19 de junio de 2012

Sigue contandome

La muestra fotográfica del flaco Esteban continúa esta semana. Como me dio la tarea de "curador" (no de censor), sigo publicando estas elocuentes imágenes de lo que es la Habana de estos días.

fotos Esteban Días Montesino

























lunes, 18 de junio de 2012

Cuéntame de la Habana

Mi amigo Esteban, más conocido por "el flaco Esteban", se fue a la capital para exponer su arte. Antes de partir envió un mensaje preguntándome si necesitaba algo de allá. Ni corto, ni perezoso y conociendo su talento y habilidad en esos menesteres de captar imágenes instantáneas, le respondí: -cuéntame de La Habana.
Así lo hizo y comparto con todos esta primera serie de fotografías acerca de su visión actual de mi ciudad que con tanto tino logró. Gracias flaco.


Fotos. Esteban Días Montesinos



















jueves, 14 de junio de 2012

Campo Alegre (final)


“La escuela al campo”. Autor: Tirso Sánchez Valdés


Primer domingo, día de visitas. Su familia llegó temprano, tenían carro, aunque por aquel tiempo habilitaban ómnibus que llegaban hasta cerca de los campamentos más accesibles. Eran las 8 de la mañana cuando lo despertó la mano amorosa de su madre, en un termo llevaba café con leche aun caliente, tal y como acostumbraba a desayunar cuando tenía una vida normal. Lo vieron  triste, sucio y desaliñado. Enseguida expresó que no quería seguir allí, que deseaba más que nada regresar con ellos a su casa, allá donde dejó sus juguetes, sus soldados de goma, su barco pirata, que previendo que su hermano menor se adueñara de ellos escribió un listado de lo que debía encontrar cuando regresara de aquellos dos meses que presentía como siglos. Sintió deseos de llorar pero no lo hizo, el padre lo miró compasivo pero evadió su propuesta diciéndole que allí se haría un hombre y él pensó que su padre era un hombre y nunca había pasado una escuela al campo. Tal vez por eso no le contó de aquella primera noche cuando al apagarse la planta eléctrica y quedar en penumbras las piedras que cubrían el polvo del piso fueron lanzadas al azahar y sin tregua por todos ellos, que uno de sus compañeros resultó golpeado en la frente provocándole una profunda herida, que los sacaron a todos al exterior a pesar del frío y como nadie dijo quién rompió la cabeza de su compañero (era prácticamente imposible saberlo), los mandaron a recoger todas, una por una, no podía quedar ninguna homicida involuntaria  piedra dentro. Allí estuvo, escarbando entre el polvo hasta que en la madrugada el jefe del campamento decidió que debían ir a dormir, así se acostó en el saco de yute cubierto por su sábana blanca que había dejado de ser limpia. Apenas durmió rogando inútilmente a su asma que apareciera. Llegó aquella mañana y la otra en que dijeron el “inmolant”e lema, vencedor por supuesto, de la emulación que le otorgó el privilegio que su brigada fuera la primera en desayunar. 
Obvió decirle como descubrió a Reinaldo mostrándole su pene erecto a Jaimito que lo miraba temeroso e indeciso, no le contó de la bota que Mandarria, uno de sus compañeros, arrojó violentamente al ojo derecho de René el gordo dejándolo cerrado por varios días. Solo quería irse y hasta deseaba contraer sarna como su amigo Luis quien felizmente se iba dejándole la comida que su familia le llevó para pasar la semana, no le contó de la letrina asquerosa, de la ducha con agua helada donde debajo de una especie de plataforma corrían las aguas con excrementos de sus compañeros que hacían bromas con ello, no le contó de lo horrible de aquellos tres largos días en que le quebraron su infancia. Solo vio la cara de su padre negando ligeramente, tal vez pensando qué dirían los compañeros del Partido acerca de que no hizo un buen trabajo ideológico con su hijo el cual se había "rajado" de la Escuela al Campo. Aun así sintió deseos de gritar que quería irse, que no le importaba que a partir de ese entonces, aunque con solo 12 años, ya tendría una mancha en su expediente. Fue en ese momento cuando un griterío los hizo reaccionar, cerca de ellos Jaimito iba con su familia hacía la carretera adonde llegaban los ómnibus, la hermana mayor sostenía la maleta de madera color naranja bien pintado, caminaban apurados mientras una turba compuesta por muchos alumnos gritaban a más no dar - blandengue, rajao - así, entonando musicalmente una conga, mientras el niño con la cabeza mirando al piso apuraba el paso y la profesora que dijo que allí no se iba a majasear dirigía el combativo coro de insultos. Su padre lo miró como queriéndole decir que ese era el ejemplo de lo que pasaba con los débiles, esos que jamás se graduarían de hombres y siempre serían la burla de sus camaradas. Entonces lo pensó bien y dijo que se quedaría.
En las próximas semanas se fue adaptando. Como debían hacer los hombres aprendió a fumar, se escapó varias veces al campamento de las hembras donde tuvo su primera novia, su primer beso, su primer toqueteo. Se hizo hábil en eso de desaparecer al monte cuando había que subirse a la carreta y aparecer una vez que esta llegara al campamento después de la jornada de trabajo. Se fajó tres veces, lo pedían entre los primeros para jugar pelota.  En las noches aprovechando su buena memoria mejor que su entonación se destacó cantando, incluso hasta algunas canciones de presidiarios, en tiempo de guagancó, que le enseñaron algunos de sus condiscípulos que  habían pasado esa experiencia, al ritmo de varios pares de manos golpeando sobre la maletas de madera...has manchado con tus lagrimas las rejas, pero límpiala no vaya a sé que algún penado, al tocarla se quede envenenado, con el veneno de tus lagrimas ramera...
Claro que se adaptó, hizo amistad con los repitentes, rompió el candado de la maleta de un compañero sustrayéndole un paquete de confituras, aprendió a hablar alto diciendo malas palabras, a sobresalir entre los demás. Por último hasta le otorgaron el honor de guiar al coro de la brigada donde engolando su voz gritaba a todo pulmón el lema :
-  ¿Si avanzo?
-  Sígueme
-  ¿Si me detengo?
-  Empújame.
-  ¿Si retrocedo? 
-  MATAME
-  ¿Por qué?
-  Porque es mejor dejar de ser, que dejar de ser revolucionario.

El tiempo le pasó mucho más rápido de lo que pensó en los primeros días, de esa forma cumplió con la escuela al campo. Regresó con el pelo largo, sucio, alegre, cumplidor y victorioso, entonando aquella canción de moda.
Llegó a su casa y mientras disfrutaba del especial almuerzo en honor a su llegada fue que cayó en cuenta que no le importaba que su hermano hubiera tomado sus juguetes, que ya no le gustaban las aventuras que transmitían por la radio, que de pronto y en tan poco tiempo dejó de ser niño. Se sintió algo frustrado pero no podía retroceder, el lema siempre lo llevó consigo durante tantos años que incluso llegó a creer podía ser algún hombre nuevo.
Miró a su alrededor, sabía que lo que más abundaba por allí era su triste historia, incluyendo aquellos a quienes hicieron abordar la nave de Peter Pan pensando que de esa forma escaparían de su experiencia, ellos también dejaron de ser niños de un día para otro, sin pausas, sin derecho a decidir. Las luces se apagaron, solo quedó iluminado el escenario, allí estaban los Formula V, cuarenta años después, cantando con él y con todos: El campo alegre.


Concierto de Formula V. Miami 2010

miércoles, 13 de junio de 2012

Campo Alegre


 Campo Alegre
Era diciembre, otro diciembre de tantas promesas y esperanzas, tenía 13 años y era uno más de aquellas filas ordenadas que soportaban las bajas temperaturas a la entrada del comedor mientras esperaban el desayuno, Casi todos llevaban camisas grises bajo el abrigo o la camiseta enguatada que les cubría del frío. El golpear de las cucharas contra los jarros metálicos se fue atenuando poco a poco, los profesores vigilaban la formación advirtiendo que a quien no hiciera silencio lo reportarían perdiendo puntos en la emulación. 
Solo se escuchaba el ruido del viento fuerte y frío de aquella mañana calándole los huesos, pero aun no daban la orden de entrar a consumir el ansiado desayuno. Faltaba decir el lema. Una por una las 8 brigadas lo fueron haciendo, un coro de voces acopladas en horas de ensayo la noche anterior enarbolaban las consignas indicadas. La última fue la suya, era impactante, innovadora y así comenzó con la voz del más grande, una voz ya cambiada de niño a adolescente, una voz casi de hombre que preguntó con firmeza:
 - ¿Si avanzo ? - 
- ¡SIGUEME¡ -  respondió el coro acoplado y temblando de frío
- ¿Si me detengo?
- ¡ EMPUJAME¡
- ¿Si retrocedo?
- ¡¡¡MATAME¡¡¡
- ¿Por qué?
- ¡ PORQUE ES MEJOR DEJAR DE SER, QUE DEJAR DE SER REVOLUCIONARIO ¡ -
respondió atronadoramente el inmolable coro.
Terminó la tensión, los jarros empezaron a sonar de nuevo y ya los profesores no se preocupaban tanto porque cesara la bulla. La brigada que mejor había dicho el lema fue la primera en entrar, por supuesto la de él. Recogieron el pan redondo y extendieron disciplinadamente el jarro que llenaron de leche hirviendo aun. 
No sabía cómo empezar a tomar aquella leche, sin café como le acostumbraron en su casa, cada vez que colocaba sus labios en el aluminio caliente se quemaba y saltaba ligeramente, a su lado un repitente que había participado en varios campamentos se reía con desfachatez de su torpeza. Por fin pudo beber algunos sorbos de aquella cosa caliente, después se fue enfriando y la bebió totalmente, su paladar sin entrenamiento no pudo definir qué era aquello, le dio ganas de vomitar pero en aquel comedor repleto de violentas almas adolescentes podía ser una provocación.
Apenas pudo lavar con agua solamente el jarro, entró al albergue y lo metió en la maleta de madera cerciorándose que cerró bien el candado. De ahí corriendo a la carreta a coger un buen puesto donde el frío no diera tan de frente.
No pasaban las 7 y media y ya estaba frente al surco que le tocaba desyerbar, parecía que no tenía fin, se perdía en la lejanía donde imaginariamente se unía a los demás. Empezó lentamente a sacar las malas yerbas que crecían acompañando las matas de tabaco. La voz ronca de la profesora le hizo reaccionar- arriba, nada de majasear, aquí se viene a trabajar - siguió su penoso trabajo hasta que la vio distraída alejándose, entonces reanudó su lento laborar. Por su mente pasó que ya era el tercer día de su estancia en aquel campamento, cumplimentando la etapa de "La escuela al campo" en su primer año de secundaria y ya quería irse a su casa que nunca debió dejar, el embullo juvenil por aquella aventura casi de carácter obligatorio se le había evaporado desde que las guaguas se detuvieron en lo que llamaron el campamento que consistía en una antigua granja de pollos con literas que de colchón solo tenía un trozo de saco de yute y de piso tierra cubierta con gravilla, habilitada para que pasaran aquellos dos meses más largos de sus cortas vida vidas. Esa sería su realidad en los próximos 60 días, nada que ver con el campo alegre, la canción de moda del momento que también se usaba como propaganda para la incorporación "voluntaria" de estudiantes a la escuela al campo (continuará)


martes, 12 de junio de 2012

Campo Alegre (final)

Primer domingo, día de visitas. Su familia llegó temprano, tenían carro, aunque por aquel tiempo habilitaban ómnibus que llegaban hasta cerca de los campamentos más accesibles. Eran las 8 de la mañana cuando lo despertó la mano amorosa de su madre, en un termo llevaba café con leche aun caliente, tal y como acostumbraba a desayunar cuando tenía una vida normal. Lo vieron  triste, sucio y desaliñado. Enseguida expresó que no quería seguir allí, que deseaba más que nada regresar con ellos a su casa, allá donde dejó sus juguetes, sus soldados de goma, su barco pirata, que previendo que su hermano menor se adueñara de ellos escribió un listado de lo que debía encontrar cuando regresara de aquellos dos meses que presentía como siglos. Sintió deseos de llorar pero no lo hizo, el padre lo miró compasivo pero evadió su propuesta diciendole que allí se haría un hombre y él pensó que su padre era un hombre y nunca había pasado una escuela al campo. Tal vez por eso no le contó de aquella primera noche cuando al apagarse la planta electrica y quedar en penumbras las piedras que cubían el polvo del piso fueron lanzadas al azahar y sin tregua por todos ellos, que uno de sus compañeros resultó golpeado en la frente provocandole una profunda herida, que los sacaron a todos al exterior a pesar del frío y como nadie dijo quién rompió la cabeza de su compañero (era prácticamente imposible saberlo), los mandaron a recoger todas, una por una, no podía quedar ninguna homicida involuntaria  piedra dentro. Allí estuvo, escarbando entre el polvo hasta que en la madrugada el jefe del campamento decidió que debían ir a dormir, así se acostó en el saco de yute cubierto por su sabana blanca que había dejado de ser limpia. Apenas durmió rogando inútilmente a su asma que apareciera. Llegó aquella mañana y la otra en que dijeron el inmolante lema, vencedor por supuesto, de la emulación que le otorgó el privilegio que su brigada fuera la primera en desayunar. 
Obvió decirle como descubrió a Reinaldo mostrandole su pene erecto a Jaimito que lo miraba temeroso e indeciso, no le contó de la bota que Mandarria, uno de sus compañeros, arrojó violentamente al ojo derecho de René el gordo dejándolo cerrado por varios días. Solo quería irse y hasta deseaba contraer sarna como su amigo Luis quien felizmente se iba dejandole la comida que su familia le llevó para pasar la semana, no le contó de la letrina asquerosa, de la ducha con agua helada donde debajo de una especie de plataforma corrían las aguas con excrementos de sus compañeros que hacían bromas con ello, no le contó de lo horrible de aquellos tres largos días en que le quebraron su infancia. Solo vio la cara de su padre negando ligeramente, tal vez pensando qué dirían los compañeros del Partido acerca de que no hizo un buen trabajo ideológico con su hijo el cual se había "rajado" de la Escuela al Campo. Aun así sintió deseos de gritar que quería irse, que no le importaba que a partir de ese entonces, aunque con solo 12 años, ya tendría una mancha en su expediente. Fue en ese momento cuando un griterío los hizo reaccionar, cerca de ellos Jaimito iba con su familia hacía la carretera adonde llegaban los ómnibus, la hermana mayor sostenía la maleta de madera color naranja bien pintado, caminaban apurados mientras una turba compuesta por muchos alumnos gritaban a más no dar - blandengue, rajao - así, entonando musicalmente una conga, mientras el niño con la cabeza mirando al piso apuraba el paso y la profesora que dijo que allí no se iba a majasear dirigía el combativo coro de insultos. Su padre lo miró como queriéndole decir que ese era el ejemplo de lo que pasaba con los débiles, esos que jamás se graduarían de hombres y siempre serían la burla de sus camaradas. Entonces lo pensó bien y dijo que se quedaría.
En las próximas semanas se fue adaptando. Como debían hacer los hombres aprendió a fumar, se escapó varias veces al campamento de las hembras donde tuvo su primera novia, su primer beso, su primer toqueteo. Se hizo hábil en eso de desaparecer al monte cuando había que subirse a la carreta y aparecer una vez que esta llegara al campamento después de la jornada de trabajo. Se fajó tres veces, lo pedían entre los primeros para jugar pelota.  En las noches aprovechando su buena memoria mejor que su entonación se destacó cantando, incluso hasta algunas canciones de presidiarios, en tiempo de guagancó, que le enseñaron algunos de sus condiscípulos que  habían pasado esa experiencia, al ritmo de varios pares de manos golpeando sobre la maletas de madera...has manchado con tus lagrimas las rejas, pero limpiala no vaya a se que algún penado, al tocarla se quede envenenado, con el veneno de tus lagrimas ramera...
Claro que se adaptó, hizo amistad con los repitentes, rompió el candado de la maleta de un compañero sustrayéndole un paquete de confituras, aprendió a hablar alto diciendo malas palabras, a sobresalir entre los demás. Por último hasta le otorgaron el honor de guiar al coro de la brigada donde engolando su voz gritaba a todo pulmón el lema :
-  ¿Si avanzo?
-  Sígueme
-  ¿Si me detengo?
-  Empujame.
-  ¿Si retrocedo? 
-  MATAME
-  ¿Por qué?
-  Porque es mejor dejar de ser, que dejar de ser revolucionario.

El tiempo le pasó mucho más rápido de lo que pensó en los primeros días, de esa forma cumplió con la escuela al campo. Regresó con el pelo largo, sucio, alegre, cumplidor y victorioso, entonando aquella canción de moda.
Llegó a su casa y mientras disfrutaba del especial almuerzo en honor a su llegada fue que cayó en cuenta que no le importaba que su hermano hubiera tomado sus juguetes, que ya no le gustaban las aventuras que transmitían por la radio, que de pronto y en tan poco tiempo dejó de ser niño. Se sintió algo frustrado pero no podía retroceder, el lema siempre lo llevó consigo durante tantos años que incluso llegó a creer podía ser algún hombre nuevo.
Miró a su alrededor, sabía que lo que más abundaba por allí era su triste historia, incluyendo aquellos a quienes hicieron abordar la nave de Peter Pan pensando que de esa forma escaparían de su experiencia, ellos también dejaron de ser niños de un día para otro, sin pausas, sin derecho a decidir. Las luces se apagaron, solo quedó iluminado el escenario, allí estaban los Formula V, cuarenta años después, cantando con él y con todos, El campo alegre.


Concierto de los Formula V en Miami. 2010