domingo, 2 de agosto de 2015

De vuelta por La Paz




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La Paz está más cerca del sol, tal vez por eso y por muchas otras cosas sea una ciudad mágica, eso volví a comprobar después de casi diez años de ausencia.
Sentí su encanto al volver a caminar sus calles transitadas por una amalgama de culturas no sólo bolivianas, sino de todo el mundo en esta ciudad cosmopolita donde tropiezan visitantes de los más disimiles lugares del mundo.
Durante mi ausencia aparecieron muchas cosas significativas, la urbe creció sobre todo hacia el cielo, tal vez buscando más altura de la que ya tiene. La sentí más moderna, más nueva, exhibiendo con orgullo sus líneas de teleféricos que nos transportan por encima de las calles, casas y edificios, sin perder su identidad andina de sombreros y polleras, quenas y charangos, mientras su guardián, el imponente Illimani, custodia la ciudad con su pico blanco mirando celoso su criatura donde viven, trabajan y aman millones de seres humanos. 
No faltó durante mi estancia algo que marca a La Paz, los cotidianos bloqueos y marchas, esta vez de mineros, haciéndose escuchar en pos de algún reclamo con sus voces suaves y unidas, sus rostros ingenuos y firmes, sin dejar sus cachorros de dinamita haciendo temblar las calles al lacrimoso efecto de los gases de agentes del orden y la mirada indiferentemente cómplice de los transeúntes más que acostumbrados a esos menesteres.
Allí, por todas las calles, los infatigables mercados ofertando lo que necesitamos y hasta lo que creímos que no íbamos a necesitar. El Prado limpio, con la estatua de Bolívar, que no deja de recordarme que los caminantes, al menos debemos dedicarle una mirada, aun sin quitarnos el polvo del camino, más adelante el mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre con su espada envainada mostrando sus manos sabias.
En La Paz se me perdió el frío ante el ardor de la mirada de aquellas paceñas que caminan rápido asustando al viento, puliendo los ancestrales adoquines de piedra que gritan a cada instante que la ciudad, como todo cambia, pero su encanto y magia seguirá igual.