domingo, 12 de julio de 2015

A la otra orilla del altar

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El papa estuvo en Bolivia y no quise perderme ese acontecimiento. Aunque provengo de una familia eminentemente católica no me considero como tal y no me interesa mucho ese tipo de evento, aunque el ser humano que ostenta el máximo liderazgo de la iglesia católica, Francisco, a quien algunos de sus amigos seguramente alguna vez le llamaron Pancho, me simpatiza y mucho porque no lo veo como el santo padre, ni el intermediario de Dios con los hombre (y mujeres), además eso de los intermediarios aumentan mucho los precios, y si el precio de la fe también aumenta ¿adónde vamos a llegar?
Pero Pancho para mí no es uno de esos seres divinos, categoría que no sólo se le ha aludido a religiosos, también a artistas y hasta a dictadores, es como mismo dice él alguien que ha pecado, que le gusta el fútbol y hasta en alguna ocasión tuvo novia.
Por eso quise ver las reacciones de las personas que estaban a la otra orilla del altar y vi caras de resignación, de dolor y felicidad, allá estaba el violador y la violada, el pobre que pide ser favorecido y el rico que pasa meses sin pagarle su salario, el bandolero tratando de robar la billetera o el celular y entre empujón y empujón rezando para que no lo descubra la posible victima que también reza. Y mientras Pancho clamaba por los excluidos, los pobres y los marginados, allí también con caras de santurrones y santurronas estaban los excluidores, los ricos (que sí entran al reino de los cielos porque el dinero abre todas las puertas), y los marginadores. Eso fue lo que vi del otro lado del altar aquí en Santa Cruz de la Sierra.
Ya Pancho se fue rumbo a Paraguay con su batimovil, perdón su papamóvil y su homilía cercana a la barricada, allá al igual que en esta tierra y en la que lo precedió las mismas caritas de yo no fui, el gesto de arrepentimiento, muchos rezos y poco pan, porque aunque lo aplaudan y hasta lloren con sus plegarias, casi nadie está dispuesto a compartir lo que tiene: ­- para eso están los comunistas - piensan, y a fin de cuentas ellos tampoco lo hicieron.