viernes, 25 de enero de 2013

...para complacer peticiones


Llegué a su casa con la gastada broma que siempre lo sorprende, le dije al empleado que cubría el turno en su cafetería que era un inspector. Bajó apurado y asustado, al verme me saludó con una palabrota, desde su eterna escalera a medio construir, después un caluroso saludo. Subimos hasta su pequeño y desordenado departamento, que un también asustado  y nuevo sobrino, intentaba poner en orden.
José Miguel Horta, es un nombre poco le dice a muchos, pero si decimos Pepín, el de Los Amigos, una buena cantidad de gente recordará de su paso por los escenarios y la televisión cubana en los 80 y 90 del siglo pasado. Sin mucho preámbulo solicitó a su empleado que nos preparara una de sus pizzas y con la esperanza de que nunca llegara comenzamos nuestra conversación.
¿Cómo llegas a la danza?
A través de una convocatoria del incipiente movimiento revolucionario de cultura en el año 1960.
La danza me ha dado muchas alegrías pero también mucho sacrificio, mucho esfuerzo, bailar es muy sabroso en el escenario, pero el proceso de llegar a bailar profesionalmente es muy difícil, no muy agradable.
¿En tu etapa como bailarín recuerdas en qué compañías bailaste?
Ahhh….eso es largo, mejor yo te digo cuando empecé con Manuel Hiram y Rodolfo Reyes en el 60 y cuando termino con Los Amigos en el 95, desde el 60 hasta 95 siempre con el baile.
Cuéntame algo de tu andar por el Teatro Musical con Alfonso Arau
La experiencia con Arau fue muy corta, porque cuando él funda el Teatro Musical de La Habana, que lo hace en el antiguo cine Alcázar, nosotros estábamos pasando un seminario con 10 ó 12 elementos que él consideraba clave, Olga Flora, que era pantomima, la mujer  de Arau, Emily Gamboa y varios actores más hasta que se quedaron nada más con 9 e hicieron un espectáculo que se llamó 9-9 juglares, entonces el decimo estaba entre Adolfo Vázquez y yo.
Decidí irme con Guido González del Valle e integro entonces la Compañía de Danza Contemporánea, así se llamaba ese grupo originalmente, después ese nombre lo cogió Danza Moderna. Cuando yo termino con Arau, porque yo lo que cogí con él fue el entrenamiento que era muy bueno, Arau era una gente muy poco comunicativa con los actores, pero con un sistema de enseñanza muy bueno, incluso gestionó unos talleres con Pierre Sochá, Katerine y Pierre Sochá, dos franceses que vinieron a dar pantomima al grupo de Arau y así sucesivamente me formé con Arau, trabajé un tiempo y después pasé a otra agrupación
¿Cuéntame de tu  paso por el Ballet Nacional de Cuba?
En el año 65 desintegran el grupo de Danza Contemporánea, lo que llevó a que los bailarines se quedaran en la calle y automáticamente Alicia Alonso, que era muy astuta, y no solamente Alicia sino Fernando Alonso que era el esposo pensó: - hay una cantidad de bailarines del Consejo de Cultura sin hacer nada que nosotros no solo podemos llevarnos los bailarines sino los puestos de trabajo también - porque nosotros teníamos nuestros puestos, y fuimos a hacer una audición, que es cuando entra Iván Tenorio. Iván, yo, Adolfo Vázquez, Orlando Verdean. Bailarines fundamentalmente, porque las bailarinas no sabían hacer puntas, y nos cogieron como cuerpo de baile en el Ballet Nacional de Cuba, pero eso fue una estrategia de ellos, después empezamos a entrenarnos como bailarines clásicos lo que es una tarea dificilísima. Pasé dos años y medio en el Ballet Nacional de Cuba y estuve como hasta el 67 ó 68 que es cuando paso al Teatro Musical ya directamente como comedia musical, es donde me encuentro con Humberto Arenal, Héctor Quintero, con Adolfo de Luis, yo trabajé mucho con Adolfo de Luis, una gloria del teatro de Cuba. Trabajé también en el Musical con directores como Héctor Reimundi, un argentino radicado aquí en Cuba, e hice muchas obras en el Teatro Musical. Después desintegran otra vez el Teatro Musical que había sido de Arau al principio y volvemos pá la calle, ahí es cuando decido hacer Los Amigos.
¿Los Amigos?
Uh, ¡Los Amigos!, fundamentalmente para mi tienen un…fíjate lo que te voy a decir, antes de darte mi apreciación de Los Amigos, yo no he querido ver a más nadie de Los Amigos porque fue una etapa tan importante, tan bonita, tan buena que eso desapareció y yo no he querido tener contacto con más nadie, pero Los Amigos, importante para la cultura cubana porque nosotros marcamos una pauta con el humor, el humor de verdad culto, por decirlo así, el humor no chabacano, no grosero, un tipo de humor cubano, muy cubano.
¿Cómo se te ocurrió la idea de formar una agrupación de ese tipo?
Porque a mí siempre me gustó la sopa, echar cosas, eso es un caldero que yo eché la danza, eché el teatro, la pantomima, echamos la canción y entonces de todos esos elementos trabajando en el Teatro Musical desde Alfonso Arau hasta Margarita Alexander, todo ese periodo, esos 20 años de  formación dieron como resultado ya casi al final de la carrera de uno el grupo Los Amigos, que éramos amigos de verdad porque Gloria empezó en el 62, Eugenio en el 65, Cirita estaba en el Music Hall con Alberto Alonso y de pronto cuando nos unimos todos y se formó un despatarre en cultura, nos vimos solos y dije: - aquí socialismo, en la unión está la fuerza - y nos unimos cada quien poniendo su granito de arena.
Cuando ya estábamos fundados, ya teníamos una evaluación, empezamos a hacer giras y recorrer la isla. También estábamos buscando algún lugar estable en donde pudiéramos desarrollar un repertorio que nos sirviera no solo para actividades con otros artistas, sino para también tener un espectáculo nosotros, y ahí Lucy Villegas, Luis Piedra que fueron gente extraordinaria, nos dan la posibilidad de ser prácticamente elenco fijo del Parque Lenin y estuvimos trabajando 10 años seguidos allí. Tuvimos una etapa en que actuábamos en la galería Amelia Peláez, en el taller de Cerámica y en el anfiteatro del Parque donde llegamos a hacer uno de los espectáculos musicales más grande que se ha hecho durante la revolución. La Patana del Parque Lenin era un espectáculo extraordinario, nunca se había visto una cortina de agua, una cortina de luces, era maravilloso el lugar.
Por aquel tiempo existía la revista Opina que  premiaba anualmente con “El Girasol de Opina” a los artista más populares, estuvimos dos veces nominados pero como éramos tan atípicos, pues no éramos cantantes, bailarines, músicos y lo éramos todo a la vez, no había una clasificación en la cual enmarcarnos, nosotros éramos comediantes musicales incipientes, que no había esa terminología. Nosotros fuimos quienes creamos la categoría de comediantes musicales y mira, más nadie ha hecho algo similar.
¿Una vez disuelto el grupo Los Amigos qué hiciste?
Después de Los Amigos fallece Gloria y más adelante Eugenio, entonces yo me dedico a trabajar directamente con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y empiezo a crear proyectos de la batalla de ideas, y trabajo en el de convertir las prisiones en escuela, allí empiezo un programa audiovisual para ampliar el conocimiento de los estudiantes de esas nuevas escuelas.
Una vez jubilado de tu trabajo como artista te dedicas a trabajador por cuenta propia y abres una pequeña empresa, entonces decides con tus recursos propios dedicarte a la tarea de trabajar con enfermos de VIH- SIDA. ¿Qué te motivó a esta cruzada altruista?
Realmente el VIH SIDA tiene que conmover a cualquiera, porque se iban los amigos tuyos, se iban las amistades y no solamente se iban sino que estaban en peligro de irse otros. Entonces se crean los sanatorios para darle una atención especializada a los enfermos que ya tenían VIH e iban camino al SIDA, se crea la estrategia de aislar a las personas y prácticamente no los dejaban salir, entonces me dedico como productor y director artístico que también soy a crear espectáculos para llevárselos a los enfermos. Todos los jueves a las 8 de la noche se daban funciones en un sanatorio, empecé por Los Cocos, después fue Menocal , más adelante nos dimos cuenta que era poco el esfuerzo que se hacía por ellos y creamos un proyecto donde pudiéramos a través de las artes, ósea de la música, el baile, el canto y la literatura y le creé unos talleres especiales que se le daban a ellos para aprender a vivir con VIH SIDA y ahí me vinculé y me quedé como especialista y hasta trabajé en la prisión para enfermos de VIH-SIDA. Ese trabajo me cautivó pero tuve que dejarlo al final, ya estaba agotado, es muy fuerte, terrible tener un alumno que se sabe está enfermo y se muere.
¿Qué hace Pepín en estos momentos?
Después de ser un ilustre trabajador por cuenta propia, de tener una locación para este trabajo me estoy dedicando ahora a la tercera edad, a la que entré yo desde hace varios años, pero ahora tengo un proyecto que empezará a funcionar en desde el mes de marzo, que consiste en crear un grupo de Variedades de la Tercera Edad. Estoy haciendo un casting para seleccionar los ancianos que quieran cantar, bailar y actuar, dentro de las posibilidades de cada uno, porque se hace ejercicio, por ejemplo si mueve los brazos aunque sea lentamente y le pongo música de fondo, ya es un baile. Hay una anciana, una señora que canta de maravillas imitando a  María de los Ángeles Santana, yo estoy fascinado con eso pues estoy viendo la posibilidad de crear una comedia musical con personas de la tercera edad, eso me estimula y puede ser muy productivo porque en Cuba hay más viejos que jóvenes.
¿Sueños?
Me gustaría vincular todo lo que sea cubano a lo que me queda por vivir, me gustaría tener una bandera cubana gigante en la fachada de la casa, me gustaría tener más tiempo para seguir leyendo a Martí, es extraordinario, mientras más lees de él, más lo sigues admirando. Poder seguir siendo eminentemente cubano.
A modo de despedida quieres decir algo
Ah sí, aquella despedida que en ocasiones usábamos Los Amigos: …y ahora, para complacer peticiones…nos vamos, .jajaja. Hasta pronto.







Fotos del archivo personal del Sr. Horta y del autor


lunes, 14 de enero de 2013

Esta Habana que encontré



Encontré a La Habana como una ciudad que trata de rencontrar su rumbo sin perder su identidad. Lo que disfruté de diciembre y este inicio de 2013 ha sido, entre otras cosas, el encuentro y compartir con la familia y amigos, todo matizado por un tiempo maravilloso de un cielo bien azul, temperatura muy agradable y la risa, la risa siempre de los cubanos tratando y muchas veces lográndolo, ocultar la montaña de privaciones y el poco espacio que le queda a los anhelos de los de mi generación.
Aun me suena raro y juro que no me ubico en eso de andar a pie por las calles habaneras en horas de la noche, me pesa el miedo de la ciudad en que vivo donde la excepción es llegar “desasaltado” a casa, pero he caminado por barrios de perpetua fama como Los Sitios, Cayo Hueso, Cocosolo, Los Pocitos y Atarés, sin que nadie me mire feo a pesar que en mi bolsillo llevaba lo que para cualquier cubano pudiera significar una fortuna,ósea más de 6 meses de salario, en una moneda que aquí le dicen CUC o simplemente peso.
La Habana no pierde su encanto, la música que ya no cree en prohibiciones se deja escuchar por quienes les gusta. A cada rato paso por alguna calle y el sonido de tumbadoras y cajones acompañada de triangulo eleva plegaria a changó, elegua, obattalá u otra deidad del sincretismo legado de africanos  y españoles que nos dieron una nación orgullosamente mezclada.
No se acaba la alegría en esta ciudad ni en este pueblo, ni 50 años de necesidades, ni otros  que ya nadie está dispuesto a soportar, van a arrebatar ese jolgorio que se llama Cuba.
Detrás de las calles oscuras en la noche, el “no ha entrado agua” o“hace  una hora que no pasa una guagua”, estamos los cubanos  sin decir Feliz Navidad o camuflando el Próspero Año Nuevo en un no sé (ni me interesa ya), cuanto aniversario de una revolución que poco se preocupó por evolucionar y que los viejos bueyes bien cansados no atinan ni adonde están las riendas y lo peor, han perdido (a estas alturas dudo que alguna vez la hayan tenido), tanto la visión, que ni tienen idea de a quién entregarlas.
Pero detrás de todo hay algo que nadie ha podido arrebatarnos: la esperanza, esa que  está en el cielo azul de blancas nubes, en  la sonrisa del guagüero cuando dice a los pasajeros del repleto ómnibus que avancen que el centro está vacío, en  los boleros que cantaba Elena ahora en nuevas bocas, en el reguetón proscripto como Beatles del siglo XXI, en los trozos de aire que conquistan mis hijos con su estatura, en los  nuevos que no dejan de llegar, la simple esperanza de ser humanos diferentes, de ser cubanos.