Es un blog para decir lo que pasa, lo que sienta, lo que vea o lo que me cuenten en cualquier parte del mundo en que esté
jueves, 18 de diciembre de 2014
Un diciembre muy diferente
jueves, 4 de diciembre de 2014
Nadie en Cuba llora a Chespirito
Hace pocos días se dio a conocer la noticia del fallecimiento de Roberto Gómez Bolaños, conocido más como Chespirito, El Chavo del ocho o El Chapulín Colorado. Toda América Latina, incluyendo una buena parte de los Estados Unidos y España, lo llora con una de las alegres sonrisas que tanto regaló a sus millones de admiradores de varias generaciones. Sin embargo en Cuba nadie, o casi nadie, que no es lo mismo pero es igual, lo lloró.
Aun no sé el motivo por el cual a mi generación y las posteriores en mi país no se nos dio la oportunidad de admirar o tal vez rechazar al cómico mexicano, tal vez los máximos decididores decretaron que su humor era muy cursi, o no estaba muy comprometido con las causas sociales del tercer mundo, tuviera rasgos burgueses o hizo alguna declaración molesta y decidieron no borrarlo, sino hacer como si nunca hubiera existido, como ha pasado infructuosamente para las degeneraciones de censores con Celia Cruz, Feliciano, películas diversionístas, Los Beatles, El Duke Hernández y cientos que han colmado y aun integran la lista de los prohibidos.
Aunque, tal vez por desconocimiento nunca le he prestado mucha atención a los programas de Chespirito, me ha sensibilizado ver el llanto de los niños (ninguno es cubano), y mayores por la pérdida de su ídolo y el desconsuelo de los de mi generación que debimos haber disfrutado o al menos conocerlo.
De todas formas, querido Chavo, Chapulín, Chespirito o mejor Chespirote, tuve la suerte de conocerte en este, tu tiempo de siempre y decirte a nombre de todos los que no te conocen: Gracias.
viernes, 14 de noviembre de 2014
Esa felicidad que nos baña
Me
cuesta confesarlo, pero hace solo par de días comprendí porqué el personaje que
interpreta Gene Kelly canta y baila feliz bajo aquel tremendo aguacero de
utilería, pero con agua verdadera, aun padeciendo en la realidad, fiebre de 38 grados: Era la felicidad.
De
niño odié esa película, tal vez porque el día que fui al cine de la mano de mis
dos más cinéfilas tías, pensé que me llevaban a ver una película de piratas y
paré viendo aquel tipo que no paraba de cantar, ni bailar ante la gente hechizada
en aquella sala cinematográfica de barrio, con el rimbombante nombre de “Gran
Teatro”.
Recuerdo
que a la salida, mientras todos tratábamos de cruzar el umbral a la realidad a
través de una amplia puerta identificada con un cartelito lumínico en la parte superior que
decía “exit”, una buena parte de la multitud no cesaba de tararear I sing in
the rain… y para colmo una de las tías le comentó a la otra, por supuesto su
hermana, que el protagonista era muy
simpático, lo que me dejó atónito, pues no podía entender cómo aquel viejo de
casi 30 años podía ser simpático.
Muchas
más veces pasaron la película por televisión y seguí sin entender cómo la
familia completa, más los vecinos de la cuadra y otros lugares aledaños, se
extasiaban frente a la pequeñísima pantalla del televisor de mi casa viendo al
dichoso hombre con aquella sombrilla bailando tap bajo la lluvia, hasta que por
fin (menos mal), llegaba el policía
acabando con su espectáculo.
Ni sé
cuantos años han pasado, pero hace solo par de días comprendí, me di cuenta
que, aunque no muchas veces, bien sé que es salir a la calle mientras nos cae
un aguacero arriba y ni cuenta nos damos, es sin dudas esa felicidad que nos
baña.
domingo, 5 de octubre de 2014
De teléfonos y tecnologías
No soy uno de esos adictos a la tecnología, de los que se lanzan contra el último teléfono celular, reloj inteligente, tablet, iphone o no sé qué más, para comprarla apenas salida del horno y darle uso sin apenas dejarlo respirar, o simplemente salir a exhibirlo (en Cuba decimos especular, aun sabiendo que ese no es su significado literal), aunque no sepan lo que tienen ni cómo se usa. Mi salario no es factible para seguir los costos de los nuevos Androides o Apples que me dejarían sin aliento y peor aun sin dinero en esta carrera tecnológica.
Pero no desprecio la
tecnología, ni mucho menos la odio, es más, la amo, solo que en este caso no se
puede conquistar de la misma forma que pueden hacerse otras conquistas. Tampoco
puedo vivir sin ella.
Ayer de pronto mi teléfono inteligente dejó de funcionar. Me sentí peor que Robinson Crusoe en aquella
remota isla, era domingo y no sabía qué hacer, estaba molesto, indignado,
frustrado y sobre todo, incomunicado.
Armé como pude mi viejo
teléfono convencional, bruto, burro, antigüito, o como quieran llamarle.
Enseguida comuniqué, sí, sin esperar a que cargue o que salga una y mil
información o fotos que no pedí, simplemente marcando el número a que deseaba
llamar y rápidamente voces desde el otro lado respondiendo a mi angustiante
llamado. Unos me consolaban como si les hubiera dado la peor noticia de sus
vidas, otros me exhortaban a que tuviera resignación y esperara al lejano lunes,
alguien con voz llorosa me decía que me comprendía, que ya había pasado por esa
dolorosa situación. Pero nadie, nadie se mostró indiferente y mucho menos
bromeó con mi penosa situación.
En la mañana cargué con mis
dos teléfonos, el inteligente y el bruto, esperaba que en el transcurso de
la mañana alguno de mis estudiantes, que viven al día con la tecnología, me
orientara al respecto. Así lo hicieron, unos con compungida cara me
recomendaron algunos técnicos, como si hablaran de cirujanos especializados en
trasplantes de corazón, otros se apartaron discretamente de mi celular como si
tuviera un peligrosa enfermedad, que pudiera contagiar al suyo, incluso una me
dijo, a modo de consuelo, que hoy salía al mercado un nuevo modelo.
Para colmo mi telefonito sin inteligencia no cesó de sonar y aunque pude atender las llamadas de
inmediato sin que saliera un icono con un cartelito de modo de avión u otro
avance tecnológico, de esos que en ocasiones dificultan poder atender la
llamada. Algunos ojos que no sabían de mi desgracia, miraron con ese mal brillo
cuestionador, del por qué en este siglo yo seguía usando tal aparato.
Antes de ir a ver a un técnico, decidí volver a
intentar hacer funcionar a mi inteligente teléfono, ya que en realidad me
considero mucho más inteligente que él y
así fue, con un poco de análisis lógico agregándole algunos golpes técnicos,
empezaron a encenderse lucecitas, aparecer mensajes desesperados de muchas
partes del mundo indagando sobre mi ausencia por más de 15 horas, noticias
malas y algunas buenas de publicaciones digitales, publicidad, chismes,
trailers de los próximos estrenos y muchas más cosas que yo no pedí, como
restregándome en la cara que había estado casi una eternidad alejado de la
tecnología, también impidiendo que pudiera marcar algunos números para
comunicar a todo quien se había
preocupado, que pude rebasar semejante mal, que volví a la vida que nos marca
las nuevas tecnologías. Entonces no me quedó más remedio que echar mano a mi
viejo y no inteligente telefonito, y así lo logré.
lunes, 15 de septiembre de 2014
El audiovisual acerca de niños con necesidades especiales
Fotograma del documental "Toda la felicidad de la vida" |
Realizar un
audiovisual donde intervengan de forma protagónica niños, es un trabajo
hermoso, pero a la vez muy difícil. Los pequeños cuando sienten preferencia e
interés por lo que están haciendo colaboran a las mil maravillas manteniendo
buena disciplina, pero cuando no tienen o pierden el interés, la motivación o
simplemente sienten cansancio, con la mayor naturalidad se niegan a seguir y
entonces empieza la catástrofe. Es este el momento en que los realizadores
tienen que dejar a un lado guiones, cámaras, luces y micrófonos para echar a
mano todo lo que tengan de paciencia, asumir el rol de psicólogos infantiles y
hacer volver a los niños al set.
Esto ocurre con mucha
frecuencia, sobre todo cuando lo que se realiza es un documental en el cual de
forma reiterada se hace imprescindible la repetición de planos, cambios de
encuadre, de iluminación, de tomas de audio u otros elementos de índole técnica
y artística que se presentan normalmente en una filmación y que se incrementan
con las condiciones naturales de frío o calor en exteriores o por las potentes
luces en interiores. Todo esto se hace más complejo aún, cuando el material
está relacionado con niños con necesidades especiales.
Para la realización
de documentales con niños de estas características deben tenerse en cuenta
diferentes aspectos de índole general y particular por cada especialidad, que
harán menos compleja esta tarea.
Dentro de los
aspectos generales es necesario ante todo llevar a cabo una minuciosa
investigación antes de confeccionar el guión, esta deberá hacerse in sito, conjuntamente con los asesores,
entre los que deben estar incluidos profesores, psicólogos, psicopedagogos y
representantes de la dirección de la escuela, para conocer las principales
características del problema que presentan estos niños y en qué consiste el
tratamiento.
Es importante crear
una estrecha relación entre el equipo de realización y el personal del centro
escolar con el objetivo de que el trabajo, en las etapas de pre-producción y
filmación, fluya lo mejor posible. Ya desde la primera etapa señalada, es
necesario que el equipo de realización se relacione, y aún más se sensibilice
con los niños que participarán en el audiovisual.
La relación con los
padres o tutores de los pequeños es de apreciable importancia. Ante todo estos
deberán estar de acuerdo con el trabajo donde participarán sus hijos. Su apoyo
así como su influencia hacia los niños integrados al proyecto tienen una
incalculable connotación humana, ética y práctica que incidirá de forma
totalmente favorable en el resultado final.
Otro aspecto
importante consiste en que el trabajo se haga en la misma escuela y ambientes
en que estudian los niños. No se debe trasladar a los pequeños a estudios de
televisión u otra locación desconocida para ellos.
Una vez precisados
los aspectos anteriores se procederá a estructurar el guión teniendo en cuenta
prever las locaciones escogidas, la actividad y hora en que se filmará, así
como el orden, la ubicación de equipos y todo lo que pueda agilizar el rodaje.
Cuando se filma un
audiovisual que incluye niños con necesidades especiales, gran cantidad de secuencias se hacen en toma
única, ya que es muy probable que se precise tomar un tipo de conducta la cual
no habrá posibilidad de repetir (tomando en cuenta las características de los
niños y su comportamiento impredecible en algunos casos), por lo que el
personal escogido para este tipo de trabajo debe ser experimentado y el
equipamiento técnico estar en optimas condiciones con el fin de evitar
interrupciones que puedan malograr una secuencia irrepetible. Un fuera de foco, un ruido ajeno o una
sombra que no corresponda, no debe ser óbice para detener el trabajo. Estos
detalles, aunque perceptibles, pueden eliminarse durante el proceso de
post-producción. No obstante, si no fuera posible enmendar esta deficiencia
técnica y la secuencia donde ocurrió lo amerita, puede aparecer en el resultado
final, y el espectador comprenderá seguramente el valor de la secuencia frente
a estas deficiencias fortuitas.
La selección de los
niños que intervendrán en el documental se hará conjuntamente con los asesores,
teniendo en cuenta que sean los más avanzados en el aprendizaje correspondiente,
así como en el tratamiento aplicado. El aspecto físico es también importante,
aunque depende de lo anterior. No es necesario, si no lo requiere el contenido
científico o didáctico del material, hacer énfasis en imágenes que resalten
defectos físicos, tampoco es recomendable estimular sentimientos de lástima o
compasión en el espectador.
El audiovisual didáctico
sobre educación a niños con necesidades especiales, debe hacerse comprensible
para los especialistas, la terminología científico - técnica no debe obviarse,
aunque si este material ampliará su horizonte a un público más general (padres,
maestros y otros) pudiera requerir que su significado sea explicado brevemente
de forma tal que se facilite su comprensión por este público al cual no estaba
dirigido.
En la etapa de rodaje,
el desarrollo de las diferentes actividades por lo general se efectuará en el
mismo lugar que se hacen cotidianamente. La sesión de trabajo nunca se
extenderá de forma tal que los niños puedan sentir agotamiento. Solo debe
permanecer en la locación el personal requerido.
El audiovisual donde
intervengan niños con necesidades especiales, no solo consiste en aportar
conocimientos a personas que trabajan con ellos, también debe estar dirigido a
sensibilizar a todos sus posibles espectadores, para que sepan que ellos también
existen y nunca queden excluidos de sus miradas.
lunes, 18 de agosto de 2014
Y dale con el chivo
Tengo un amigo que es arquitecto y
músico, o tal vez músico y arquitecto. Nuestra amistad comenzó cuando por
razones de trabajo nos encontrábamos, él, como saludo entonaba el estribillo de una
popular canción de Celia Cruz y después gritaba
alegre el consabido: ¡azuca`¡
seguramente desconociendo que la Guarachera de Cuba, fue desterrada no solo de su
tierra, sino también del oído de varias generaciones de cubanos, pero es muy
larga y dolorosa esa historia para contársela a ese amigo quien siempre está
ávido de referentes de nuestra música.
Una de las últimas veces que nos hemos
encontrado le tararee aquello de “…chivo quiere que le den candela…”, a partir
de ese día cada vez que lo encuentro me recibe con el estribillo que nada más
ha conocido por mi desafinada entonación, pero a partir de ahí me he puesto a
pensar la relación de ese animalito con la música cubana, cuántas canciones le
han sido dedicadas al cuadrúpedo de cuernos curvos, al macho de la cabra, a
ese saltador incansable que se traga todo lo que se le ponga adelante, siempre
que no sea carne, porque carnívoro no es .
Es notable la importancia del chivo en
la cultura cubana, su noble significación en ese sincretismo religioso producto
de la mezcla del español y el africano, donde la ofrenda no es carne de res, ni mucho menos de cerdo,
sino de chivo, cocinada con cerveza o ron y apodada “chilindrón”.
Su influencia en el habla popular también
es extensa, desde esa pequeña barbilla que se usa cubriendo al mentón, el
comprimido para copiar en los exámenes, el trabajo que se hace de forma
clandestina escondido del jefe, la bicicleta…, a todo eso le llamamos
categórica y responsablemente chivo. Además, algunas frases como: “se está haciendo el chivo con tontera”,
que significa que se está fingiendo el distraído o “tiene una cantidad de dinero que no la brinca un chivo”,
refiriéndose a una persona adinerada.
Indudablemente la frase más popular
con referencia al chivo salió de una de esas canciones interpretadas por Bola
de Nieve “Chivo que rompe tambor, con su pellejo paga”, la cual ha trascendido
formando parte del refranero popular por su significación de “quien la hace la
paga” y que refiere más adelante ese gran músico con su tremenda gracia..” …y lo que es mucho peor, que en
chilindrón acaba”, significando que su carne pasará a formar parte del
próximo banquete.
El cuero del chivo es imprescindible
para los tambores batá, bongoes o la tumbadora en cualquier agrupación musical
cubana, así que esa es una forma más de trascendencia de ese animal.
Me vienen a la mente algunas canciones con el chivo como elemento principal,
recuerdo aquella de “yo tengo un chivo que toma cerveza”, “yo no como corazón
de chivo” o “me quedé sin chivo”, todas muy populares.
El tema
no se agota pero hay mucho calor hoy, he sudado bastante y si no me doy una
ducha urgentemente empezaré a oler a berrenchín de chivo y eso no es bueno,
aunque un poco menos peor que le digan a
una persona, ya sea hombre o mujer, como el femenino del chivo (chiva), que a
ningún cubano se le ocurriría decirle cabra. Pero ya, hasta pronto, no chivo
más por hoy.
jueves, 17 de julio de 2014
Para vivir mejor. El largo y tortuoso camino de un contribuyente en Bolivia
Todo comenzó aquel día cuando se percató que su
carnet de identidad estaba próximo a vencer. Salió animado en la tarde, y
aunque no muy diestro en eso de ubicar direcciones, llegó sin mucho
contratiempo a un lugar llamado SEGIP, donde se realizan los trámites al
efecto. Había llovido y el sol ardiente aun no había evaporado el rastro de
barro que dejó la rápida y fuerte lluvia, entonces sus zapatos nuevos y cómodos
como ninguno, comprados en su viaje a la vecina nación conocieron el fango por
primera vez.
Una vez allí y ver todo cerrado se percató de
que había llegado tarde aunque sólo eran las 2. No estaba solo, dos o tres trastardados miraban
confundidos la edificación donde debían atender su gestión. Alguien tocó un
timbre que se camuflaba entre indicaciones y publicidades
(ninguna decía la hora de atención), de una ventana en el piso de arriba asomó
la cara de un hombre quien con su mano derecha hizo un ademán indicando que le
esperaran. Bajó enseguida y solicito repartió unos papelitos donde ya se daban
las indicaciones para iniciar el trámite, casi al retirarse el pequeño grupo
alguien preguntó por el horario de atención y el hombre, sin dejar su
amabilidad, les dijo que empezaban a las siete y treinta de la mañana - por
favor, estén bien temprano que solamente damos 40 fichas, hay gente
que viene a las dos de la madrugada.
A las seis de la mañana, aun de noche ya
estaba plantado frente al SEGIP (aun no sabía que querían decir aquellas
siglas), delante de él unas doce personas de diferentes nacionalidades
hacía cola. Todo fue rápido, aun no eran las 8 de la mañana y ya le habían
revisado los documentos sobre todo lo concerniente al depósito de 60 dólares,
que es lo que cuesta el dichoso carnet para los extranjeros. La
funcionaria que lo atendió, muy amable también, le comunicó que todo estaba
correcto y le dio una cita 4 meses y 21 días más tarde para hacerse la foto.
Mientras se alejaba pensó, cómo era posible que si se pasaba 25 días del
vencimiento de su documento de identidad le imponían una considerable multa que
se acumulaba diariamente, tendría entonces que andar varios meses con el
documento vencido sin que nadie pagara multa por ello. Eso y más se preguntó y
es posible que aun se siga preguntando él y muchos más porque las respuestas
son nulas.
Gracias a un amigo que le aconsejó que fuera de
nuevo, volvió al SEGIP, allí se lo informaron oficialmente, que si iba
temprano, bien temprano, podía conseguir ficha, así lo hizo y dos
días después amaneció frente a la puerta de aquellas oficinas, era la
decimotercera persona que llegaba, pero como no era supersticioso, esperó. Todo
salió bien, antes de las ocho de la mañana ya le habían atendido y le dijeron
que si quería esperar hasta las 11 o que regresara a esa hora para hacerse la
foto.
En menos de una semana ya andaba con su
reluciente carnet de de identidad de extranjero. Entonces decidió hacer un
trámite que tenía pendiente y no podía realizar por no contar con documento de
identidad: Tramitar, como cada año (algo que aun no entiende ni nadie le explica),
las autorizaciones para obtener un nuevo talonario para emitir facturas que
constan para pagar los impuestos por los servicios que presta.
Llegó el lunes y bien temprano se dirigió a las
oficinas de impuestos internos, fue de los primeros en entrar y he ahí la
primera decepción - señor este trámite ya no se hace aquí, ahoringa es
en la Beni y cuarto anillo. No se decepcionó y partió raudo a las nuevas
oficinas. Lo atendieron en información donde le dieron un papel impreso con
todos los requisitos para hacer lo que creía una sencilla gestión.
Reunió todos los documentos solicitados, creyó
que había hecho la inscripción requerida por internet y de nuevo se personó en
las oficinas de impuestos internos pero…después de hacer una breve fila
(prefiero decir cola), para ser atendido en información. El funcionario le
explicó que ya no había ficha y no lo podían atender pues era casi las cuatro y
media de la tarde y cerraban a las seis.
Ya no tan alegre concurrió otra mañana temprano,
el de información lo remitió con una joven que lo atendió muy atentamente,
reviso los documentos y le dijo que la inscripción no estaba correcta, que allí
mismo le ayudarían a hacerla correctamente. De nuevo hizo la cola, el de
información le entregó un papelito con un número. En poco tiempo fue llamado a
un grupo de computadoras, tomó asiento y asesorado por dos jóvenes al efecto
pudo hacer la inscripción correctamente, o al menos eso creyó.
Triunfante hizo de nuevo la cola para sacar una
ficha en información que lo remitiera a la joven que atentamente le había
atendido antes. El de información lo miro con pena, se rascó la cabeza, observó
la hora en el celular y le dijo con voz de funeral que ya se habían acabado las
fichas, que volviera al día siguiente, temprano.
Era lunes y llovía, llovía torrencialmente y en
Santa Cruz de la Sierra las calles se inundan y los buses no pueden
salir a realizar su labor pues tienen que transitar por muchas
calles sin pavimentar que se convierten en verdaderos ríos, pero tuvo suerte y
pudo llegar temprano a las oficinas de Impuestos Internos, era el primero y a
la hora que abrieron solo sumaban tres, por supuesto bajo ese aguacero a pocos
se le ocurriría ir a hacer trámites para pagar, no para cobrar dinero.
Afortunadamente a la joven atenta no le impresionó la lluvia y fue a trabajar,
lo atendió amablemente, observándole que el aviso de electricidad que llevaba
era una copia y no el original. Ni corto ni perezoso partió bajo la lluvia a
buscar el solicitado, lo encontró y regresó a Impuestos Internos.
El de información le anunció que el aviso que
llevaba original no servía porque estaba vencido del tiempo mínimo exigido de
60 días, lo que era cierto pero cuando inició su tránsito por aquel largo y
tortuoso camino aun faltaba mucho tiempo por vencer. De nuevo bajo la lluvia de
aquella mañana que parecía no terminar, llegó a las oficinas centrales de la
Cooperativa Rural de Electrificación (CRE), tampoco entendió lo de
rural. Allí le entregaron una ficha y lo enviaron a información. Con
una sonrisa, la de información le informó, por supuesto, que no podían darle
una copia pues él no era el propietario de donde vivía. Casi le rogó, le mostró
los pagos de meses anteriores y ella impasiblemente le dijo que sólo si traía
una copia del contrato de alquiler podía darle una copia del aviso de pago de
electricidad de la fecha que él solicitaba.
Bajo el agua, que no cesaba, pudo conseguir una
copia del contrato. Llegó de nuevo a la CRE, empapado de pies a cabeza. La de
información, quien le había negado el aviso no estaba, le atendió otra que sin
mirar el imprescindible contrato le entregó un reluciente aviso de luz
original.
Corrió de nuevo a Impuestos Internos, gracias a
la lluvia esperaban pocas personas. El de información, una vez que comprobó que
el aviso de la CRE estaba correcto le entregó una ficha para pasar a la otra
oficina. Desde que llegó se percató que la joven solicita atendía un caso
complicado, el otro funcionario parecía que pronto iba a terminar con la
persona que atendía. En su interior imploró para que no le tocara con él, su
cara de ningún amigo anunciaba que le iba a buscar algún error, una
coma, un punto, una fecha, un número o algo que demostrara que tenía el poder
de hacerlo ir y venir cuantas veces le viniera en gana. Así fue, apenas sin
mirar el contrato de trabajo le dijo que estaba vencido y a pesar de las
protestas le espetó que si no quería se quejara con el supervisor, la mañana
había terminado diez minutos antes y aquel funcionario evidentemente no iba a
embarcarse en un nuevo trámite.
Le explicó de su agonía lluviosa al supervisor,
de los tres viajes bajo un torrente de agua a aquellas oficinas azules, el
hombre de sonrisa gratis y lentes inteligentes lo comprendió, le dijo que
volviera con todo lo requerido y que lo fuera a ver directamente para
que no tuviera que hacer cola y ser atendido.
Entró decidido la tarde siguiente tratando de
esconder la derrota que presentía en lo más intimo de su ser. El supervisor de
sonrisa gratis y lentes inteligentes, tal y como le prometió le dijo a la joven
solicita que lo atendiera cuando terminara con las personas que tenía ante su
escritorio, tardó algo pero por fin él pudo sentarse frente a ella con todos
sus documentos correctamente…al menos eso creía. Ella puso cara de
desespero, miró el monitor de la computadora, sus ojos iban vertiginosamente de
la pantalla al papel con el número de inscripción impreso que le habían
entregado varios días antes en esas mismas oficinas. Con mucha pena le dijo que
en vez de hacerle una inscripción le había inhabilitado su constancia de
contribuyente. Escribió en un papel las instrucciones de lo que
debía hacer la persona que lo atendiera en la parte delantera de Impuestos
Internos, donde están las computadoras.
Media hora después volvía adonde ella con la nueva
y real inscripción, eran más de las seis de la tarde y la atenta joven atendía
de nuevo a la misma persona que cuando había ido un rato antes. Esta vez tardó
más, aun así ella no se inmutó por la hora y pasada las siete hurgó sus
documentos, tecleó varias veces, le tomó una foto, captó sus huellas digitales,
imprimió varios documentos que él firmó, le entregó copias y cuando en la
oficina sólo quedaba el supervisor cansado, que se aprestaba a apagar las
luces, se despidió de ambos afectuosamente, como si fueran grandes amigos de
toda una vida. En realidad creyó que llevaba toda la vida allí, y se retiró con
la alegría de quien gana un premio millonario.
Lo demás fue sencillo, ir al día siguiente a una
imprenta (autorizada) y solicitar, pagando 100 pesos, que le imprimieran un
talonario para emitir facturas.
Al día siguiente lo recogió, fue a su trabajo
donde le emitieron el cheque por los servicios prestados dos meses antes. Sin
titubear se dirigió al banco, con su cheque y carnet de identidad casi de estreno,
allí le entregaron los relucientes billetes de la moneda nacional.
Mientras iba a su casa pensaba, meditaba acerca
de las dificultades para poder emitir una factura que posibilite la recaudación
de impuestos “para vivir mejor”, imaginó lo felices que debían ser aquellos caseritos
y caseritas que venden mocochinche y jugos, quienes
por trabajar por un capital, que es la cuarta parte de lo que el percibe de
sueldo mensual, no tienen que pagar impuestos, ni pasar por el calvario que él
había atravesado y al parecer atravesaría año tras año.
Llegó a la intercepción, esa que le aterra, por
donde los autos o mejor dicho los chóferes de los autos se
defecan en la luz roja, la cebra o la figurita azul que indica que los peatones
pueden pasar. Siempre cruzaba alerta, mirando varias veces, pero esta vez se confió
al ver que un trío de agentes de la policía de tránsito cuidaba que los
conductores no se pasaran con la luz roja. Miró tranquilo al agente que silbato
en boca, con su cabeza cubierta con un sombrero al mejor estilo de la patrulla
de caminos canadiense, intentaba ponerse de acuerdo con sus dos compañeros para
organizar aquel caos vehicular, entonces cuando la señal se puso azul inició
confiado el paso a la otra acera. Se imaginaba un caserito vendiendo
su mocochinche sin tener que pagar impuestos cuando sintió el
impacto, un auto que aprovechando al momento en que el agente de sombrero de la
patrulla de camino canadiense le decía algo a un chofer que intentaba pasar en
rojo, torció a la izquierda (prohibida por cierto), como acostumbran
a hacer muchos cotidianamente, lo golpeó fuertemente lanzándolo al
pavimento. Solo pudo ver la cara del chófer que sacaba la cabeza por
la ventanilla mirándolo con señal de reprobación por haberse metido en su
camino y que siguió con la mayor tranquilidad. Después debió haber perdido el conocimiento
algunos segundos, los suficientes para que alguien le sacara el dinero que
acababa de cobrar y del que por supuesto debía tributar como buen
ciudadano, para vivir mejor.
jueves, 12 de junio de 2014
De Cumbres, abismos, monarcas y re-reelegidos
Cierto presidente, quien
ya no cuenta entre los vivos, dijo en uno de sus encendidos discursos: “…los
presidentes andamos de Cumbre en Cumbre, mientras los pueblos van de abismo en
abismo”. Cuanta razón tenía y cuan sincero fue, porque mientras tuvo
oportunidad, no se perdió ni una, aun soportando que un airado monarca, ahora
abdicado, le mandara a callar.
Estas son solo anécdotas
que en cierta forma marcan nuestras realidades y henos aquí, en Santa Cruz de
la Sierra, Bolivia, con otra flamante Cumbre que en pocas horas se nos vendrá
encima.
A limpiar las calles,
sanear los mercados, patrullar la ciudad para espantar la cotidiana violencia e
inseguridad, que cargamos antes y cargaremos después de la Cumbre de los 77 +
China (sin el encumbrado chino presidente), incluso a decretar más días
feriados gracias al evento.
Y en la calle la gente
se pregunta ¿qué más se resuelve en esta Cumbre que no sea dar empleo ocasional
a camareros y fotógrafos? Porque cuando terminan las Cumbres eso es lo que nos
queda, la fotografía de los presidentes o sus delegados dándose la mano o todos
juntitos, enarbolando su mejor e hipócrita sonrisita.
Entre whisky, caviar u
otro bien caro manjar, seguro comentaran
del hambre, la pobreza, el calentamiento global, los problemas de salud,
educación, alimentación, corrupción y cuanto ción encuentren, eso sí, sin
mencionar la re-reelección tan de moda a diestra y siniestra, aunque para ser
justo, la última se nota más, a pesar de que alguno de sus promotores sea
sacado de noche y en calzoncillos del palacio de gobierno, donde pretendía
pasar el resto de su vida criticando a dictadores, monarcas y oligarcas, sin
tener en cuenta para nada el término abdicación.
Uno de los matices en
las sobremesas de esas Cumbres cotidianas, será buscar en vez de soluciones,
culpables y quién mejor que el
imperialismo yanqui, sus lacayos y aliados, tal como apuntara en otra Cumbre,
el ex presidente de Costa Rica, Oscar Arias.
Afortunadamente esta
Cumbre de los 77 + China (sin el chino), competirá en desventaja con patadas y
silvatazos, no de los de los agentes del orden de algunos de los mandatarios
representados, sino con las canchas de la Copa Mundial de , aliviando así de
las "cadenas" radiales y televisivas, que de seguro algunos de los
mandatarios asistentes como acostumbran, impondrán en sus respectivos países,
"para que el pueblo se mantenga informado" de la tediosa reunión, en
la cual es muy probable que alguno de los presidentes o sus delegados, pretextando
un dolor de barriga y con su habilidad para culpar a otros de sus
insuficiencias, argumenten que fue a causa del majadito, la salteña o el
mocochinche y se replieguen al baño a simular la mayor cagada de su vida,
mientras disfrutan del fútbol en un minitelevisor escondido, sintiéndose mejor
allí, a pesar del mal olor, que en el salón donde sesione la Cumbre de los 77+
China (sin el chino).
jueves, 17 de abril de 2014
Botella al cielo para un dios de la palabra
A mis doce años de edad llegó
a mis manos un libro, era una novela impresa en papel de bagazo, colección
Huracán. Su precio de 40 centavos se podía ver en la primera pagina, escrito
mano y con lápiz. Todos en la casa hablaban de aquella novela "Cien años
de soledad" y me consideré lo suficientemente maduro para leerla.
La leí de un tirón Gabo, al final
quedé un poco desconcertado, pensando que no la había entendido e
indudablemente fue uno de esos errores de adolescencia. Claro que la entendí,
mi vida fue otra desde aquella remota tarde en aquella casona en Cocosolo, que
hasta se me ocurrió parecido a Macondo, fui otro, quise escribir e incluso
hasta lo he intentado muchas veces.
Hoy fue un día distinto, durante las
11 horas que estuve ante mis clases de Oratoria, no leí como acostumbro tus
discursos "Ilusiones para el siglo XXI", ni "Botella al mar para
el dios de las palabras", del que te tomo prestado algo.
Hoy fue un día distinto, regresé por
un camino que nunca transito, incluso al llegar a casa me tomé una cerveza para
aliviar el calor, algo que nunca hago solo. Fue en eso momento que me apedreó
la noticia de tu partida, fue en ese momento que comprendí que aquel
libro mal encuadernado, que sus hojas volaban al primer viento y que creí que
no había entendido, me enseñó que puedo vivir 100 años sin conocer y conociendo
la soledad. Buena eternidad Gabriel García Márquez, permíteme despedirte como
una vez contaste que le gritaste a Hemingway en aquella calle de París, y que creíste
que no te oyó: MAESTROOOOOOOOO...
lunes, 14 de abril de 2014
¡Llegaron los huevos!
Cocosolo, el barrio. Foto del autor |
¡Llegaron los huevos!
A Leopoldina, después
de varios intentos por fin le dieron la visa para visitar a su hijo Fidelito,
quien años atrás se había ido a los Estados Unidos en una rústica balsa
confeccionada con cámaras de tractor ruso, un trozo de red tejida a mano y
varios pedazos de madera, que de haberla visto su madre seguramente hubiera
sufrido un infarto al no resistir la suerte que correría su único descendiente.
Nunca se le olvidarán los agónicos días que
pasó con la oreja pegada a la radio de onda corta, tratando de adivinar en
medio del ruido de la interferencia, la gritería del barrio y la acechante mirada de su hermano Ramón, quien al
visitarla y atraparla en el fragante delito de escuchar la “radio enemiga” le
espetaba una charla sobre el bloqueo, matizada con una parrafada del Manifiesto
Comunista y algunas citas de El Capital,
que él mismo nunca entendió pero que sé aprendió de memoria.
Trece días después de
desaparecer Fidelito del barrio, una amiga que escuchó “por casualidad” la
innombrable emisora le dijo que habían dicho que su hijo llegó desfallecido y
medio achicharrado por el sol tropical al que se expuso por más de una semana,
y años después ella pensaba que aquello
no fue nada comparado con la casi infinita cola de más de 5 meses que tuvo que
hacer frente a la Oficina de Intereses bajo lluvia, sol, sereno, frío, sed y
muchas otras calamidades, y ni qué decir de la cantidad de tramites, así como
dinero que gastó en las interminables gestiones para viajar a Miami donde
reside su querido hijo. Pero el día llegó y allá se fue al aeropuerto
acompañada por su hermana Olga, refunfuñando por haberse perdido una vieja
película mexicana que dieron en la televisión la noche anterior porque tuvo que
acostarse temprano para estar en el dichoso aeropuerto casi de madrugada.
Como Leopoldina padecía
de presión baja, anemia, diabetes y tres o cuatro enfermedades más, Olga se
hizo acompañar por su vecino Fermín -
Porque él es un muchacho bien preparado, sabe hablar inglés y ná que a lo mejor
se presenta algo, que Dios no lo quiera y puede ayudar - y así fue, porque después de pasar al salón previo a la salida, un agente de
inmigración preguntó con voz grave: - ¿Los familiares de Leopoldina Latóz, por
favor ? - Olga no quiso oír más y se echó a llorar pensando lo peor, entonces
Fermín con voz y paso decidido de pies planos alzando su mano derecha gritó -
¡Aquí!- El agente le entregó la caja de tabacos y varias tabletas de PPG
previniéndole que era seguro que en el próximo destino serían confiscadas, así
que era mejor que no las llevara.
Una vez reparados del susto y comprobando que
el avión levantaba vuelo perdiéndose en el cielo azul, regresaron a sus casas.
Tres horas más tarde
sonó el teléfono en casa de “la China”, la presidenta del comité, quien era la
única que tenía teléfono en la cuadra por lo que se sitúo el puesto de mando en
su sala para esperar noticias, en la sala de la casa se encontraba Olga,
renegando porque no pudo escuchar la novela de las dos, Fermín, quien ese día
no fue a trabajar y “se cogió el día”
por vacaciones, Chinita, la hija de La China y su novio Erickson, un gigantesco
pelicolorao noruego con mas cara de vikingo que el propio Erick El Rojo, el
cual lógicamente no entendía ni papa de español como se dice en buen cubano,
Estola, una vecina con su esposo Pepe el camionero, que tenía el camión roto
por lo que estaba “interrupto” aunque llevaba consigo su bicicleta “Forever”
disponible para por si acaso; Ramón, siempre preocupado porque su hermana podía
enfermarse - y allá ni la educación ni la salud son gratis - mientras que Igor
Brian su hijo que en voz alta le espetaba que ya su tía estaba muy vieja para
ir a la escuela - y él lo miraba con reprobación señalando disimuladamente al
extranjero quien - ¿que iba a pensar de la juventud? - Además en la pequeña sala de la casa había
algunos vecinos que entraban ávidos de noticias, más los niños pequeños que ese
día no asistieron al circulo infantil que estaba cerrado porque no entró agua.
Cuando sonó el timbre del teléfono todos se
tiraron al aparato, Fermín ágilmente logró descolgar primero, se llevó el
auricular a la oreja derecha e instantes después dijo al grupo de desesperadas
personas - Es de allá, sonó el pitico, alo alo ¿Who is called? - menos mal que
el sabe inglés - comentaron los impacientes espectadores - Ah es Fidelito ¿cómo
le va a la vieja por allá? - todos miraron con alegría, el vikingo no entendió
nada pero también sonrió - ¿cómo, que no ha llegado, que habrá pasado coño?
- ¡Ay! - gritó Olga - ¿qué le pasó a mi hermana?
- Dice Fidelito que la
está esperando en el aeropuerto de Miami, que han llegado todos los aviones de
la Habana y de ella nada - comunicó el
improvisado vocero al publico al tiempo que tapaba el micrófono - ¿qué hago Fide,
ah, está bien, chao; él llamará en media hora, caballeros hay que ponerse para
esto porque parece que la vieja Leopoldina se perdió.
- Ay mi hermana, tan
buena que era - gimió Olga
- Mi tía se perdió –
lloró a viva voz el niño
-Coño, que embarque,
ella me iba a echar la carta en el bombo internacional - pensó contrariado Igor
Brian mientras Ramón lo miraba fulminantemente asegurando después con precisa
calma - Lo más probable es que la hayan
secuestrado los de la mafia anticubana de Miami, por lo tanto debemos
movilizarnos y denunciarlo ante la opinión publica nacional e internacional.
- Liberen a Leopoldina - gritó
la China emocionada.
- Que devuelvan a
Leopoldina - exclamaron acopladamente los niños entre sollozos.
Olga se desmayó, Violeta otra vecina fue a
buscar alcohol para reanimarla mientras que Pepe insistía en llevarla para el
hospital en su bicicleta. Igor Brian en
silencio disfrutaba la escena con una sonrisa burlona que se acrecentó al ver a
su padre garabateando consignas enardecidas en su agenda, con el propósito de
lograr lo más rápido posible la liberación de su hermana presuntamente
secuestrada. Ya se imaginaba entrevistado en el noticiero de las ocho de la noche, mintiendo
emocionadamente que su hermana siempre había sido una combativa cederista,
destacada en donaciones de sangre, trabajos voluntarios y vigilantes guardias.
Por su parte Chinita,
la hija de La China aprovechó la confusión para irse con Diamante, su anterior
novio cubano a quien poco le importaba el compromiso con el noruego que sentado
en la sala de aquella casa de locos tropicales, sòlo asentía, negaba, reía o
ponía cara de disgusto según apreciaba el desarrollo de los acontecimientos.
El timbre del teléfono
sonó de nuevo pero esta vez ya no hubo disputa pues todos coincidieron que por
Fermín saber inglés tenía todo el
derecho a ser quien recibiera las llamadas de Estados Unidos u otro país de
habla inglesa.
- Fidelito, si... dime -
gritó - ¿nada? coño mi hermano, resignación, si, si, nosotros vamos a
investigar por acá, oye yo te mandé una carta con ella pero bueno, oigo, halo,
halo please, me cago en diez - dijo virándose para los demás quienes seguían la
conversación atentamente - que jodienda, se cayó la llamada pero logró decirme
que todavía nada.
De nuevo comenzó la gritería y el desconsuelo
de familiares y amigos, el vikingo puso cara de angustia aunque seguía sin
entender nada. Pepe por encargo fue para La Plaza a comprar velas mientras que
Olga, quien estaba destruida, fue a su casa acompañada por Chinita (quien ya
había terminado con Diamante) a buscar una fotografía de su hermana.
Ramón no perdía tiempo y buscaba en la agenda
los números telefónicos de varios conocidos “- que están arriba”- para
rápidamente comenzar al campaña mundial por la liberación de la compañera
Leopoldina, pero no le quitaba la vista de encima a Igor Brian, quien ya intentaba entablar una
conversación con el noruego que le resulto sospechosa pues detectó cuando su
hijo le preguntó a Fermín cómo se decía carta de invitación en inglés.
Luego de tres
desesperanzadoras llamadas de Miami, que por supuesto atendió Fermín, nombrado
oficialmente representante del barrio para las relaciones internacionales,
comenzaron a perder todo tipo de esperanzas, alguien hasta sugirió que ya
podían encenderse las velas frente a la fotografía de Leopoldina, pero su
hermana dijo que nó, que había visto en una telenovela mexicana, que Chinita
alquiló en el banco de Alexis, que a una señora le había pasado lo mismo y
apareció diez años después casada con un millonario americano. Sin embargo las velas se encendieron pero por
otro motivo... llegó el familiar apagón el cual fue recibido con improperios y el
consabido recuerdo a las madres de los presuntos causantes. En medio de la
oscuridad sonó el teléfono, Fermín, confiado ya en su autoridad para con el
aparato no se apuró. Del otro lado de la línea Fidelito, con la voz
desconsolada y sollozante le decía que su madre no había llegado, que todo
quedaba en manos de Dios y que no volvería a llamar hasta por la mañana porque
las llamadas estaban muy caras. Su interlocutor le contestó que no se
preocupara, que todos estarían en vela hasta tener noticias.
A las 11 y media vino la luz, todos tenían
hambre, pues nada habían comido durante el día. El vikingo pareció comprender y
sacó de su jeans un billete de 20 dólares. Pepe casi se lo arrebató de la mano
y a gran velocidad en su bicicleta “Forever”, fue para la cafetería Rumbos que
estaba abierta las 24 horas a comprar algo que comer y algunos refrescos. Ramón
continúo elaborando ardientes consignas mientras que Igor Brian se fue para el
patio con el radiecito de pilas a escuchar clandestinamente “Radio Martí” con el afán de averiguar sobre su tía.
La mañana los
sorprendió a todos dormidos, Ramón, quien siempre daba el ejemplo fue
lógicamente el primero en despertar dando el “de pie” al estilo con que se
hacía en “los gloriosos albergues cañeros” de los años 60 y 70, cuando no sé
perdió ni una "zafra del pueblo". Enseguida todos se despertaron, se
estiraron ruidosamente y comenzaron a contarse unos a los otros sobre lo buena
que había sido Leopoldina en vida. El teléfono sonó y todos los oídos quedaron
atentos a la voz de Fermín de quien ya su protagonismo comenzaba a levantar
envidia en algunos de los presentes.
- Halo, ah Igor Brian
es para ti... y apúrate.
Como todos estaban
aburridos de hablar lo mismo (alguien susurró que podían jugar una partida de
dominó pero lo pulverizaron con solo mirarlo) sin ponerse de acuerdo hicieron
silencio para escuchar descaradamente lo que el joven hablaba y no parecía importarle
que escucharan - Eh ¿sí? Que bueno, así que ya llegó la inscripción de
nacimiento del abuelo, que eficientes son esos gallegos, bueno mañana mismo voy
a marcar en la embajada de España, al instante todas las miradas fueron a Ramón
quien solo murmuró algo relacionado con la xenofobia en Europa.
Entonces el tiempo se
detuvo, todo se olvidó, hasta los mosquitos se paralizaron por un instante
precedido de un grito- ¡Llegaron los huevos! Sin previo aviso todos se lanzaron
libreta de abastecimiento en mano a la cola de la carnicería dejando solo al
pobre noruego que con su cara de comemierda
no entendía nada de lo que pasaba.
El teléfono sonó de
nuevo y al pobre escandinavo no le quedó más remedio que descolgar – Halo -
dijo tímidamente - Oye Fermín - habló
Fidelito del otro lado - la vieja ya
está aquí, lo que pasó fue que ella al ver la cola tan larga en
el avión para Miami se puso en otra que había menos gente y era una
salida para Burkina Faso, imagínate como dio vueltas por todo el mundo la pobre,
pero ya está aquí mi hermano, coño si hasta me dio ganas de llorar cuando me
vio y me dijo - Fidelito mijo que gordo estás. El noruego no entendió nada, miró
a su alrededor y no había nadie, entonces discretamente colgó el teléfono.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)