Se reencontró con la hoja de papel amarillo, para ella era
como un jeroglífico lo que allí estaba escrito, el idioma español nunca lo
entendió a pesar de que en su juventud estuvo unos pocos días en la isla de
Cuba como integrante de un intercambio estudiantil. Durante mucho tiempo lo
había encontrado cada vez que iba a deshacerse de cosas inservibles, pero sin saber
porqué lo conservó, y aquel día en que lo tuvo de nuevo ante sus ojos se empeñó
en saber qué le había escrito aquel joven del que nunca olvidó su rostro alegre
y sus ojos de un encanto extraño que la miraron sorprendido cuando tomaba un
baño tranquilamente en un cálido arroyuelo, mientras esperaba el bus que ellos
llamaban algo así como wa wa, con un poco de ritmo musical como todo en aquel
país.
En el intercambio participaban estudiantes cubanos que como
ella y él realizaban trabajo de campo clasificando suelos. La wa wa debía
recogerlos en un punto determinado para regresar al campamento donde
pernoctaban, más como tardaba caminó algunos metros del lugar y descubrió el arroyo que la sedujo a
sumergirse.
Estaba desnuda con la mitad de su cuerpo fuera del agua
cuando apareció él entre los arbustos que la protegían de cualquier indiscreta
mirada. A pesar del calor deseó que la abrazara pero el joven bajo la vista
interrumpiendo el paisaje de sus ojos, se sonrojó y mientras se marchaba
apresurado murmuró algo que ni entendiendo su idioma podría haber comprendido.
Sus años de modelo en Cracovia y más adelante como prostituta
en Londres pasaron volando, después ejerció su profesión de Ingeniera Ambiental
que unido a sus anteriores oficios le permitían una holgura económica
envidiable, pero cuando vino a darse cuenta ya pasaba los 40 y aun no se había
casado, ni había tenido hijos. Todo eso pensaba mirando el enigmático papel
manuscrito.
Decidió ir donde Grzegorz, entendía muy bien el español,
incluso estuvo con ella en el viaje a Cuba y visitó varias veces después esa
nación caribeña. Notó que había cambiado mucho, se veía avejentado, su cabello
rubio se había transformado al color de la nieve, su abdomen creció desmesuradamente y ahora andaba con su
único brazo, el derecho, oscilando como péndulo sobre todo cuando tenía unos
whiskys de más.
Lo tradujo riendo, escribió el texto en su lengua natal
mientras ella iba viendo emocionada como aparecían los caracteres en la
pantalla de la computadora formando palabras que ya podía leer en su idioma. Lo
imprimió. Ella, prometiendo a su viejo amigo que la próxima vez no pasarían
años en ir a visitarlo, se despidió y corrió a su casa.
Lo leyó una, dos, cien, muchas más veces. Pensó todo lo
diferente de su vida si en aquella mañana siguiente de su encuentro, cuando él
se acercó en el momento que se despedían entregándole aquel papel, le hubiera
pedido ayuda a su entonces esbelto y buen amigo Grzegorz, quien desde aquel
tiempo dominaba bien el idioma español, ya andaba con un brazo de menos y con
las cervezas que pudiera de más. Seguramente todo hubiera sido diferente pero
era imposible regresar al pasado. El único consuelo que le quedaba era buscarlo
en las redes sociales...pero no sabía su nombre, por eso decidió publicar en internet el poema que él le
había escrito 20 años atrás.
DOROTA
De ti se poco:
campos de exterminio
huelga en los astilleros
muertos en el puerto.
Suenan las calles de tu cuerpo
a rapsodia perdida en mis estrellas
pero están tu ojos
proyectando cuadro a cuadro
en azul y solo azul.
Quisiera decirte tantas cosas
pero no entiendes mi lengua
recurro a la mirada
por eso te miro
y te enseño mi campo
mi piel, mi egoísmo
mi miedo por tu canto
y te digo adiós
el día que debí conocerte.
Sé por tus senos al viento
que Dansk se ve desde lejos
cuando el marino sin besos
llega a la tierra prometida.
Quizás mis peces tan pequeños
rindan culto a tu desnudo
impreso en los lienzos de mi mente
guiando con apuro, mi futuro a tu presente.
Dorota, iré bañado en ternura
a tus abedules milenarios
a tu nieve, a tus santuarios
a tu vida, con mi locura.
Me gusto y entristecio a la vez. Como pasa el tiempo! Como nos quedamos colgados de ese hilo sutil que es la memoria...
ResponderEliminarMe parece bueno el cuento. No sé por qué tenía que ser manca la mujer; seguramente quisiste reflejar la realidad tal fue pero a mi juicio no aporta nada eso, más bien acentúa un toque melodramático innecesario. Creo yo. En arte si un elemento o suceso no aporta nada mejor es eliminarlo. Un gran abrazo para ti. Has mejorado mucho como escritor. Mis felicitaciones. Un amigo incognito que lee tu blog y te respeta como artista.
ResponderEliminarEl manco era Grzegorz
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