sábado, 4 de agosto de 2012

Crónica de un corto viaje ( parte I )


Terminal de buses y trenes en Santa Cruz de la Sierra
Viajar en Bolivia es como en cualquier otra parte del mundo…mejor dicho casi cualquier  otra parte. El pasado fin de semana me tocó viajar a Camiri, una localidad a unos 300 kilómetros de donde vivo. Como acostumbro a hacerlo con frecuencia llegué a la terminal de buses que aquí les llaman flotas y rápidamente  compré el boleto. La terminal de Santa Cruz le llaman “bimodal”, allí llegan y de allí parten trenes y buses no solo a otros departamentos y provincias sino a otros países como Paraguay, Brasil o Argentina, lo que resulta novedoso para isleños como yo para quien el mar era el único límite territorial.
Desde la entrada a la terminal me asedian promotores de viajes ofreciéndome un “buscama de 5 estrellas”, con todas las comodidades pensadas y a precios económicos a Buenos Aires, Asunción o Rio de Janeiro, me escoltan durante el recorrido hasta entrar al edificio obviando lo mismo si le dices que vas a tomar un refresco o que vas otro destino. También pululan timadores de esos que esperan al desorientado viajero que llega  y haciéndose pasar por policías, acudiendo a ingeniosos artilugios logran estafarle la cantidad de dinero que puedan a sus victimas. 
Cuando al fin se convencen y me dejan tranquilo entro a la terminal, un amplio y limpio salón lleno de pequeños compartimentos donde cada empresa vende sus pasajes. Promotoras anuncian a gritos los destinos y las horas de salida, sin apenas permitir que puedas leer otras ofertas en la semipenumbra que “ilumina” la terminal.
Como es lógico aquí, un buen rato después de lo estipulado el bus se pone en marcha. Este vehículo al que yo me empeño en llamar "guagua" como en algunos lugares del Caribe, a pesar que aquí eso significa niño pequeño, ya cuenta con muchos años de explotación, primero en  Brasil de dónde provino y después  en las carreteras bolivianas. Luce muy desgastado, con cortinas malolientes y un motor que parece saltar en pedazos cada vez que cambia la velocidad, pero afortunadamente sus asientos  aun se reclinaban por lo que decidí hacerlo mientras leía el libro que me acompañaba en este viaje. 
Bus-flota-guagua-etc
Apenas hojee las primeras páginas un raro sueño se apoderó de mí. Creo que no dormí mucho porque cuando desperté aun no habíamos salido de la ciudad, el bus hizo una parada donde lo abordaron ruidosamente más viajeros que los que habían hecho al comienzo de su viaje, pasajeros que acostumbrados a esa ruta la esperan cuando ya ha recorrido toda la ciudad empeñando casi una hora entre embotellamientos y otros menesteres.
Paralelamente a los nuevos viajeros, disputándose quién andar primero por el angosto pasillo, arribó un ejército de vendedores pregonando infinidad de productos dentro de los que pude entender en el griterío de su publicidad: - charque,  choclo con queso, cuñapes acabados de hacer, mandarinas etc.
Después de una prolongada pausa el bus  echó a rodar de nuevo más animado  con sus viajeros consumiendo sin recato los productos alimenticios acabados de comprar.
Ya en la carretera, apenas nos alejábamos de la urbe, por la ventanilla que antecedía a mi asiento comenzó a entrar un aire frio que aumentaba mientras la guagua ganaba velocidad, discretamente miré a ver quién era la persona que desafiaba la temperatura con implacable tendencia a la baja, entonces vi que eran cuatro niños pequeños que viajaban con su madre que iba sentada a su lado, aguanté un poco el frio hasta que me percaté que ocupantes del asiento no tenían idea de cómo cerrar la ventanilla porque la señora extrajo de su amplio equipaje varias mantas y con ellas tapó a los niños, entonces sin mucho problema cerré el vidrio cesando el frio viento.
El viaje continuó acompañado por la voz aguda y fuerte de un hombrecillo bien vestido que subió o ni sé de dónde salió ofertando un producto para el reumatismo, después de una amplia introducción acerca de las propiedades de su oferta aumentó más el volumen de su voz significando que este se podía encontrar a un precio más alto en cualquier lugar,  enfatizando que ahí y solo por ese día nosotros éramos unos afortunados porque él vendería dos por el mismo precio de uno que podían adquirir el resto mortales que no tenían la fortuna de viajar en esa flota. Recorrió el pasillo con sus sobres milagrosos sin dejar de hablar. Al parecer no logró los resultados esperados en su gestión porque cuando pensábamos que nos habíamos librado de él volvió a la carga esta vez con otro producto más que milagroso, con más cualidades de laxante que los que ofertan  a precios inalcanzables cualquiera de las cadenas de farmacias nacionales y extranjeras, según afirmaba. Esta vez, quizás para librarse de él, los pasajeros adquirieron más de su producto y el hombre bajó. Mientras nos alejábamos lo vi cruzar al otro lado de la carretera, evidentemente aguardando otro bus en sentido contrario donde le permitieran subir a su gestión de venta y  regresar al punto donde pudo haber subido y así volver a repetir lo mismo hasta que terminara el día o tal vez la vida. (continuará)








1 comentario:

  1. la guagua esun termino queseusa tambien en regiones de Espana para el autobus y conoci una terminal bimodal en la provincia de Matanzas en el pueblo de Bolondron aunque la edificacion era algo aneja posiblemente de la decada del 30' del pasado siglo con esa tipica arquitectura al estilo norteamericano de aquellos anos ,que bueno que a pesar de los promotores y vendedores no estuviste pendiente de la lista de espera , saludos .

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