domingo, 15 de septiembre de 2013

Un tipo de los sesenta

La calle del parque. Foto del autor

De la serie "Pasó en el barrio" publico este cuento, cuento que fue la triste realidad de unos cuantos.


Boby es un tipo de los sesenta, aun pasea por el barrio con sus pantalones “campana”, sus botines de tacón Hollywood  y un pullover  con el símbolo de la paz cubriéndole el pecho mientras canta en voz alta ...”she loves you ye ye ye. Boby se quedó en aquellos años o mejor como dice él, regresó ya que de allí fue expulsado.
Cuando cumplió los 16 ya tocaba  el bajo con el grupo musical “Las bestias tranquilas”, junto a “Tony  Botella” y el “Pelo López” los escandalosos guitarristas  que eran secundados en la batería por Narciso “el Ringo”, un moreno bullicioso quién construyó su instrumento sin la ayuda de nadie ya que el papá de Boby quién había confeccionado el bajo y las guitarras del grupo no dio pie con bola para poder hacer su instrumento. El amplificador de su bajo lo armó su socio  “El lento”, con piezas de un viejo radio RCA y la bocina de una victrola (rokola) que suponían se había llevado Tatico del bar El Escalón, cerrado, abandonado y al borde del derrumbe hacía ya más de 2 años y que se la vendió en 2 pesos. En realidad el bajo era una joya y hasta podía “tupir” diciendo que era “yuma”, hasta tal punto que levantó una discreta envidia entre “el chivo” y Eddy “el bolo”, también bajistas de otros combos del barrio.
 Así Boby alcanzó popularidad local entre las jovencitas que lo iban a ver sábado por sábado mientras que empapado de sudor y con los dedos de la mano derecha rojos de pulsar las cuerdas cantaba melancólicamente y no sin pocos “forros”-...beacause, beacause, I love you - acompañado del casi afinado coro de los demás integrantes, que en ocasiones ni se entendía por el ruido simplemente se iba la luz. Pero realmente el "piquete" tenía sus fans que lo seguían adonde quiera que fueran a tocar, aun en localidades más alejadas como Bauta, Santa  Fé y Playa de Baracoa e incluso a la remota Santa Cruz del Norte casi en el límite este de la entonces provincia de La Habana con Matanzas.
Pero la felicidad de las fiestas, los ensayos y las aventuras amorosas se le escaparon prácticamente de golpe aquella mañana en que Germán “el bolchevique”, director de la Escuela Secundaria donde estudiaba le advirtió tajantemente - Si no te pelas, mañana no entras aquí - y a Boby no le quedó más remedio que ir a la barbería  de la esquina de la escuela y decirle al barbero - Rebájame un poco a ver si mañana me dejan entrar. Pero el pobre adolescente no sabía que existía un oscuro y taimado acuerdo entre “el bolchevique”, “orejita” el temido subteniente de policía y el sectorial de barberías y peluquerías, en el que se estipulaba que los estudiantes que fueran a pelarse en las barberías estatales (que eran todas), se les rebajaría el cabello a la altura de 2,82 centímetros sobre la altura del cuello cabelludo, tal y como se observaba que usaban en las películas los jóvenes e invencibles “konsomoles soviéticos”. Boby se entretuvo leyendo un escrito sobre la infancia de  Elvis Presley que camuflaba con la portada de una revista Verde Olivo y no se percató qué pasaba con su pelo hasta que el barbero con gesto sonriente o más bien burlón  lo invitó a que se mirara al espejo que tenía enfrente al mismo tiempo que extendía su mano derecha, vieja, huesuda y con manchas de vitíligo en espera de los ochenta centavos. Ahí fue cuando Boby  pudo ver su cara reflejada y palideció aterrado como el que acaba de ver su propio cadáver, con rabia interpeló al barbero - Pero ¿qué coño tú me hiciste en la cabeza?
       -    Mira compañerito, eso es lo que está establecido por...
       -    El coño de tu madre y no te pago ni pinga - y sin quitarse el paño  que lo cubría salió corriendo de la barbería seguido por el barbero que gritaba furioso.
       -    Ataja, se va sin pagarme y se lleva el paño.
 Aunque nadie se metió e incluso Toto, quien se la pasaba todo el día "haciendo media” fuera de la  secundaria  con sus compinmches “Cotorra” y “El Crema”le puso un traspié que lo hizo rodar ridículamente por el piso ante la risotada burlona  de los entusiastas espectadores. Pero Boby se puso de mala suerte porque al doblar como una flecha por la cafetería “El Kilo” tropezó nada menos que con el fornido subteniente “orejita” quien haciendo un alarde policial le puso una llave de estrangulamiento y una vez reducido a la obediencia lo condujo a punta de pistola Makarov a la barbería seguido por el maltrecho barbero y la multitud de curiosos que había crecido desde que comenzó el incidente.
 Sentado en el sillón donde minutos antes había sido despojado de su pelo Boby estaba muy asustado ya que de contra que el barbero lo acusaba de irse sin pagar y llevarse el mugroso paño, ahora agregaba que también le había robado la navaja que en realidad se llevó “tatico” aprovechando el corretaje, aunque por supuesto nadie dijo nada porque sabían que no podrían probarle al muchacho que había sido él. Mientras “orejita” con su mal aliento lo amenazaba con mandarlo para la cárcel de menores en 13 y Paseo o para “el lápiz” en Batabanó. Llegó el director, fue peor porqué le dio un ataque de histeria y allí mismo lo acusó de diversionismo ideológico por usar “melenita” y andar oyendo y peor aun cantando canciones en inglés de Los Beattles y todos esos músicos imperialistas junto al tal Tony Botella del cual tenía información que era agente de la CIA, al otro “burguesito” que se creía que porqué era inteligente y sacaba buenas notas podía hacerle juego al capitalismo y para colmo un negro - que si viviera en los Estados Unidos "ya se lo hubieran comido los perros".
 Así, delante de toda aquella gente que aplaudió el discurso del “bolchevique", ante la mirada amenazante de “orejita”, Boby fue expulsado de la escuela.
Un mes y medio después fue llamado al servicio militar obligatorio y partía a bordo de una rastra soviética repleta de bisoños y bien pelados reclutas uniformados de verde a una Unidad Militar de Ayuda a la Producción en la provincia de Camagüey.
Quizá para nadie fueron tan largos aquellos tres años de servicio militar que en realidad se le convirtieron en cuatro y medio ya que fue sancionado a uno y medio más por “rebelión” cuando se cortó la pequeña “moña” que le habían dejado en su rapada cabeza y el teniente lo metió en el calabozo hasta que le volviera a crecer y él se cagó en la madre del teniente delante de todos los soldados durante la información política. Pero entre guardias, poca comida y mucho trabajo, aguaceros, maniobras y órdenes, muchas órdenes el tiempo pasó y el soldado Roberto Castro, porque a nadie se le hubiera ocurrido decirle Boby, pero mucho menos nombrarlo por su apellido en la unidad, volvió a ser civil. 
Ya era el año 72 y los Beattles se habían separado, los Brincos eran otros y ni Mike Kennedy cantaba con los Bravos. John Lenon, el ”subversivo” beattle se había cortado el pelo muy bajito (como lo había hecho con el suyo aquel barbero que seguía “hijeputeando”) y andaba de “encueruso” con aquella china fea, quien según los socios más actualizados había sido la causante de la separación del adorado cuarteto. En la clandestina “dobliu” ponían a otros grupos pero ya no era lo mismo, a Boby le habían robado sus años 60. 
Su combo se desintegró cuando lo “partió” el servicio y cada cual había tomado su camino, el Pelo se metió a niño bueno yendóse a estudiar becado, a Narciso más nunca le dijeron Ringo, vendió la batería y se dedicó a hacer tatuajes y a tomar ron del malo. Tony Botella tuvo la peor suerte cuando se ahogó mientras trataba de llegar a los Estados Unidos en una balsa junto con otros del barrio que tampoco se salvaron.   
Boby se hizo un solitario hablaba poco y jamás volvió a tocar el bajo aunque siguió con su ropaje de los sesenta, su collar con el crucifijo y escuchando aquella música que intentaron tantas veces arrancar de sus oídos. La melena en realidad nunca pudo dejársela muy larga porqué era mal mirado por el sindicato, la administración y el partido de la carpintería donde trabajaba. Después se casó con Rita (una pepilla ex admiradora de su banda que con el tiempo se hizo militante de la juventud comunista) y tuvieron una niña. Fue entonces cuando ella y su familia le pidieron que dejara toda esa extravagancia y se vistiera como una persona decente. Quizás por la emoción de ser padre o por cansancio Boby guardó sus pantalones campana, sus camisas “anchotas”, sus pulóveres y sus collares con crucifijos. Se vistió con ropa "de la libreta" que vendían en la tienda y envejeció, envejeció tanto que por poco muere.
En el año 90 ya Boby era un “temba” cuando vio en una video casetera beta que había traído “el pelo” de un viaje que dio al extranjero, un concierto de Pink Floyd al pie de las ruinas de lo que fue “El Muro de Berlín”, entonces su morir se detuvo y se ensilló en sus pantalones “campana”, se puso sus collares hippies con el crucifijo grande por fuera del pullover que clamaba peace, love and free y salió a la calle que llevaba tantos años esperándolo. Mandó al carajo al sindicato, la administración y al partido de la carpintería, se dejó la melena como John Lenon antes de conocer a “la china esa” y se puso a trabajar por su cuenta haciendo guitarras eléctricas y grabando casettes de la música que nadie tenía.
Tiempo después su hija y su mujer se fueron a Miami cuando "se sacaron el bombo", pero no quiso dejar su tierra a pesar de que otros que decían que también la amaban, lo odiaron a él y lo mutilaron de una buena parte de su juventud. Aun así decidió quedarse y solo de “allá” pidió a su hija quien ya era una mujer, que le enviara música y ahora Boby sigue siendo un tipo raro, un tipo de los sesenta  que trata de mantener su melena blanca y no se pierde un “Nocturno” los miércoles para acompañar con dos palitos como hacía Narciso el Ringo, que hoy es un viejo alcohólico, sus canciones de aquella época que también intenta tararear con su voz apagada que parece renacer en esos momentos.
Algunos viejos del barrio (que en realidad tienen menos edad que él), cansados y evidentemente derrotados aunque parezcan estar de pie, murmuran que Boby fuma marihuana y ve películas pornográficas e incluso uno que dice haber sido de seguridad del estado contó en secreto que lo estaban vigilando pues se sospechaba que estaba implicado en el robo de las gafas del John Lenon del parque, las dos veces. Pero por suerte ya nadie los atiende aunque los miren atentamente e incluso hasta los aplaudan como la multitud de curiosos aplaudió al “bolchevique” muchos años antes y Boby quién recuperó aquellos” años 60  que una vez le robaron, sonríe a todo el que va a su casa a buscar música de aquella década - porqué él lo tiene todo y lo que no lo baja de internet - y atiende a todos con igual dedicación aunque nunca les ha contado a los más jóvenes porqué cruza la calle y se persigna cuando pasa frente a una barbería.

3 comentarios:

  1. Es la realidad de todos los que pensamos que Batista nos dejó la puerta abierta hacia un mundo "libre". Pena de que no pudimos ser un Peter Pan para así, habernos evitado las UMAP, los SMO, las EMCC y tantas siglas más que nos doblegaron en "El tanquista y un perro". Bobby pasó por tanquista en su "unidad". Los perros son los otros personajes........aún quedan.

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  2. Esos hijos de su madre nos robaron la juventud. Que Dios los perdone porque yo NO.

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  3. Esos hijos de su madre nos robaron la juventud. Que Dios los perdone porque yo NO.

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