He recibido un mensaje de mi amigo
Rústico Amores a quien conozco ya hace algunos años. A pesar que nació
después que yo, aun soy más joven que él, eso es algo paradójico, tanto como su
apellido, debió haber sido en plural pues amor ha sido para él uno solo, único.
Más su primer apellido no tuvo oportunidad de escogerlo como su amada Alma
Bolero, quien es el motivo de su angustiante carta.
Me cuenta Rústico, con letra apurada y
nostálgica, que Alma se le ha perdido, que no la encuentra, no responde al
teléfono, ni a los correos y las palomas mensajeras que surcan los aires
cargando sus mensajes, regresan decepcionadas sin una respuesta en sus anillos.
Anda desesperado y ya no está para aquellos menesteres de lanzarse al mar a
buscarla como hizo hace varios años, aunque sí le ha pasado varias veces por su
cabeza, ya sin una gota de cabello, cruzar Los Andes en un globo aerostático y
volver a la aventura de encontrarla, incluso trató en su misiva de convencerme que
con sus conocimientos de meteorología podía sortear las difíciles condiciones climáticas
de la imponente cadena montañosa. En nuestra última conversación por chat le
recomendé esperar, accedió, pero me pidió enconadamente que muestre fragmentos
de su largo epistolario que data de casi 20 años, seguro lo haré aunque voy a
esperar un tiempo, tal vez su Alma Bolero aparezca y no tengamos que despedir a
Rústico Amores en la tristeza de una tarde viendo como su globo se eleva
mientras suelta el poco lastre que sobra de su vida.
Mientras me decía - tú a escribir que
yo me dedico al clima, al tiempo, a las nubes, tormentas y vientos -
también me pidió que apareciera su novela, su pelicula y su canción.
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