La calle del parque. Foto del autor |
De la serie "Pasó en el barrio" publico este cuento, cuento que fue la triste realidad de unos cuantos.
Boby es un tipo de los
sesenta, aun pasea por el barrio con sus pantalones “campana”, sus botines de
tacón Hollywood y un pullover con el símbolo de la paz cubriéndole el pecho
mientras canta en voz alta ...”she loves you ye ye ye. Boby se quedó en
aquellos años o mejor como dice él, regresó ya que de allí fue expulsado.
Cuando cumplió los 16
ya tocaba el bajo con el grupo musical
“Las bestias tranquilas”, junto a “Tony
Botella” y el “Pelo López” los escandalosos guitarristas que eran secundados en la batería por Narciso
“el Ringo”, un moreno bullicioso quién construyó su instrumento sin la ayuda de
nadie ya que el papá de Boby quién había confeccionado el bajo y las guitarras
del grupo no dio pie con bola para poder hacer su instrumento. El amplificador de
su bajo lo armó su socio “El lento”, con
piezas de un viejo radio RCA y la bocina de una victrola (rokola) que suponían se había llevado Tatico del bar
El Escalón, cerrado, abandonado y al borde del derrumbe hacía ya más de 2 años y
que se la vendió en 2 pesos. En realidad el bajo era una joya y hasta podía
“tupir” diciendo que era “yuma”, hasta tal punto que levantó una discreta
envidia entre “el chivo” y Eddy “el bolo”, también bajistas de otros
combos del barrio.
Así Boby alcanzó popularidad local entre las
jovencitas que lo iban a ver sábado por sábado mientras que empapado de sudor y
con los dedos de la mano derecha rojos de pulsar las cuerdas cantaba
melancólicamente y no sin pocos “forros”-...beacause, beacause, I love you - acompañado del casi afinado coro de los demás
integrantes, que en ocasiones ni se entendía por el ruido simplemente se iba la luz.
Pero realmente el "piquete" tenía sus fans que lo seguían adonde quiera que
fueran a tocar, aun en localidades más alejadas como Bauta, Santa Fé y Playa de Baracoa e incluso a la remota
Santa Cruz del Norte casi en el límite este de la entonces provincia de La
Habana con Matanzas.
Pero la felicidad de
las fiestas, los ensayos y las aventuras amorosas se le escaparon prácticamente
de golpe aquella mañana en que Germán “el bolchevique”, director de la Escuela
Secundaria donde estudiaba le advirtió tajantemente - Si no te pelas, mañana no
entras aquí - y a Boby no le quedó más remedio que ir a la barbería de la esquina de la escuela y decirle al
barbero - Rebájame un poco a ver si mañana me dejan entrar. Pero el pobre
adolescente no sabía que existía un oscuro y taimado acuerdo entre “el
bolchevique”, “orejita” el temido subteniente de policía y el sectorial de
barberías y peluquerías, en el que se estipulaba que los estudiantes que fueran
a pelarse en las barberías estatales (que eran todas), se les rebajaría el
cabello a la altura de 2,82 centímetros sobre la altura del cuello cabelludo,
tal y como se observaba que usaban en las películas los jóvenes e invencibles “konsomoles soviéticos”. Boby se entretuvo
leyendo un escrito sobre la infancia de
Elvis Presley que camuflaba con la portada de una revista Verde Olivo y
no se percató qué pasaba con su pelo hasta que el barbero con gesto sonriente o
más bien burlón lo invitó a que se
mirara al espejo que tenía enfrente al mismo tiempo que extendía su mano
derecha, vieja, huesuda y con manchas de vitíligo en espera de los ochenta
centavos. Ahí fue cuando Boby pudo ver
su cara reflejada y palideció aterrado como el que acaba de ver su propio
cadáver, con rabia interpeló al barbero - Pero ¿qué coño tú me hiciste en la
cabeza?
- Mira compañerito, eso es lo que está
establecido por...
-
El coño de tu madre y no te pago ni pinga - y sin quitarse el paño que lo cubría salió corriendo de la barbería
seguido por el barbero que gritaba furioso.
- Ataja,
se va sin pagarme y se lleva el paño.
Aunque nadie se metió e incluso Toto, quien
se la pasaba todo el día "haciendo media” fuera de la secundaria con sus compinmches “Cotorra” y “El Crema”, le puso un traspié que lo hizo rodar
ridículamente por el piso ante la risotada burlona de los entusiastas espectadores. Pero Boby se puso
de mala suerte porque al doblar como una flecha por la cafetería “El Kilo”
tropezó nada menos que con el fornido subteniente “orejita” quien haciendo un alarde
policial le puso una llave de estrangulamiento y una vez reducido a la
obediencia lo condujo a punta de pistola Makarov a la barbería seguido por el
maltrecho barbero y la multitud de curiosos que había crecido desde que comenzó
el incidente.
Sentado en el sillón donde minutos antes había
sido despojado de su pelo Boby estaba muy asustado ya que de contra que el
barbero lo acusaba de irse sin pagar y llevarse el mugroso paño, ahora agregaba
que también le había robado la navaja que en realidad se llevó “tatico”
aprovechando el corretaje, aunque por supuesto nadie dijo nada porque sabían
que no podrían probarle al muchacho que había sido él. Mientras “orejita” con
su mal aliento lo amenazaba con mandarlo para la cárcel de menores en 13 y
Paseo o para “el lápiz” en Batabanó. Llegó el director, fue peor porqué le
dio un ataque de histeria y allí mismo lo acusó de diversionismo ideológico por
usar “melenita” y andar oyendo y peor aun cantando canciones en inglés de Los
Beattles y todos esos músicos imperialistas junto al tal Tony Botella del cual
tenía información que era agente de la CIA, al otro “burguesito” que se creía
que porqué era inteligente y sacaba buenas notas podía hacerle juego al
capitalismo y para colmo un negro - que si viviera en los Estados Unidos "ya se lo
hubieran comido los perros".
Así, delante de toda aquella gente que
aplaudió el discurso del “bolchevique", ante la mirada amenazante de
“orejita”, Boby fue expulsado de la escuela.
Un mes y medio después
fue llamado al servicio militar obligatorio y partía a bordo de una rastra
soviética repleta de bisoños y bien pelados reclutas uniformados de verde a una
Unidad Militar de Ayuda a la Producción en la provincia de Camagüey.
Quizá para nadie fueron
tan largos aquellos tres años de servicio militar que en realidad se le
convirtieron en cuatro y medio ya que fue sancionado a uno y medio más por
“rebelión” cuando se cortó la pequeña “moña” que le habían dejado en su rapada
cabeza y el teniente lo metió en el calabozo hasta que le volviera a crecer y
él se cagó en la madre del teniente delante de todos los soldados durante la
información política. Pero entre guardias, poca comida y mucho trabajo,
aguaceros, maniobras y órdenes, muchas órdenes el tiempo pasó y el soldado
Roberto Castro, porque a nadie se le hubiera ocurrido decirle Boby, pero mucho menos nombrarlo por su apellido en la unidad,
volvió a ser civil.
Ya era el año 72 y los Beattles se habían separado, los Brincos eran otros y ni Mike Kennedy cantaba con los Bravos. John Lenon, el ”subversivo” beattle se había cortado el pelo muy bajito (como lo había hecho con el suyo aquel barbero que seguía “hijeputeando”) y andaba de “encueruso” con aquella china fea, quien según los socios más actualizados había sido la causante de la separación del adorado cuarteto. En la clandestina “dobliu” ponían a otros grupos pero ya no era lo mismo, a Boby le habían robado sus años 60.
Su combo se desintegró cuando lo “partió” el servicio y cada cual había tomado su camino, el Pelo se metió a niño bueno yendóse a estudiar becado, a Narciso más nunca le dijeron Ringo, vendió la batería y se dedicó a hacer tatuajes y a tomar ron del malo. Tony Botella tuvo la peor suerte cuando se ahogó mientras trataba de llegar a los Estados Unidos en una balsa junto con otros del barrio que tampoco se salvaron.
Boby se hizo un solitario hablaba poco y jamás volvió a tocar el bajo aunque siguió con su ropaje de los sesenta, su collar con el crucifijo y escuchando aquella música que intentaron tantas veces arrancar de sus oídos. La melena en realidad nunca pudo dejársela muy larga porqué era mal mirado por el sindicato, la administración y el partido de la carpintería donde trabajaba. Después se casó con Rita (una pepilla ex admiradora de su banda que con el tiempo se hizo militante de la juventud comunista) y tuvieron una niña. Fue entonces cuando ella y su familia le pidieron que dejara toda esa extravagancia y se vistiera como una persona decente. Quizás por la emoción de ser padre o por cansancio Boby guardó sus pantalones campana, sus camisas “anchotas”, sus pulóveres y sus collares con crucifijos. Se vistió con ropa "de la libreta" que vendían en la tienda y envejeció, envejeció tanto que por poco muere.
Ya era el año 72 y los Beattles se habían separado, los Brincos eran otros y ni Mike Kennedy cantaba con los Bravos. John Lenon, el ”subversivo” beattle se había cortado el pelo muy bajito (como lo había hecho con el suyo aquel barbero que seguía “hijeputeando”) y andaba de “encueruso” con aquella china fea, quien según los socios más actualizados había sido la causante de la separación del adorado cuarteto. En la clandestina “dobliu” ponían a otros grupos pero ya no era lo mismo, a Boby le habían robado sus años 60.
Su combo se desintegró cuando lo “partió” el servicio y cada cual había tomado su camino, el Pelo se metió a niño bueno yendóse a estudiar becado, a Narciso más nunca le dijeron Ringo, vendió la batería y se dedicó a hacer tatuajes y a tomar ron del malo. Tony Botella tuvo la peor suerte cuando se ahogó mientras trataba de llegar a los Estados Unidos en una balsa junto con otros del barrio que tampoco se salvaron.
Boby se hizo un solitario hablaba poco y jamás volvió a tocar el bajo aunque siguió con su ropaje de los sesenta, su collar con el crucifijo y escuchando aquella música que intentaron tantas veces arrancar de sus oídos. La melena en realidad nunca pudo dejársela muy larga porqué era mal mirado por el sindicato, la administración y el partido de la carpintería donde trabajaba. Después se casó con Rita (una pepilla ex admiradora de su banda que con el tiempo se hizo militante de la juventud comunista) y tuvieron una niña. Fue entonces cuando ella y su familia le pidieron que dejara toda esa extravagancia y se vistiera como una persona decente. Quizás por la emoción de ser padre o por cansancio Boby guardó sus pantalones campana, sus camisas “anchotas”, sus pulóveres y sus collares con crucifijos. Se vistió con ropa "de la libreta" que vendían en la tienda y envejeció, envejeció tanto que por poco muere.
En el año 90 ya Boby era un “temba” cuando vio
en una video casetera beta que había traído “el pelo” de un viaje que dio al
extranjero, un concierto de Pink Floyd al pie de las ruinas de lo que fue “El
Muro de Berlín”, entonces su morir se detuvo y se ensilló en sus pantalones
“campana”, se puso sus collares hippies con el crucifijo grande por fuera del
pullover que clamaba peace, love and free y salió a la calle que llevaba tantos
años esperándolo. Mandó al carajo al sindicato, la administración y al partido
de la carpintería, se dejó la melena como John Lenon antes de conocer a “la
china esa” y se puso a trabajar por su cuenta haciendo guitarras eléctricas y
grabando casettes de la música que nadie tenía.
Tiempo después su hija
y su mujer se fueron a Miami cuando "se sacaron el bombo", pero no quiso dejar su tierra
a pesar de que otros que decían que también la amaban, lo odiaron a él y lo
mutilaron de una buena parte de su juventud. Aun así decidió quedarse y solo de
“allá” pidió a su hija quien ya era una mujer, que le enviara música y ahora
Boby sigue siendo un tipo raro, un tipo de los sesenta que trata de mantener su melena blanca y no
se pierde un “Nocturno” los miércoles para acompañar con dos palitos como hacía
Narciso el Ringo, que hoy es un viejo alcohólico, sus canciones de aquella época
que también intenta tararear con su voz apagada que parece renacer en esos
momentos.
Algunos viejos del
barrio (que en realidad tienen menos edad que él), cansados y evidentemente derrotados
aunque parezcan estar de pie, murmuran que Boby fuma marihuana y ve películas
pornográficas e incluso uno que dice haber sido de seguridad del estado contó
en secreto que lo estaban vigilando pues se sospechaba que estaba implicado en
el robo de las gafas del John Lenon del parque, las dos veces. Pero por suerte
ya nadie los atiende aunque los miren atentamente e incluso hasta los aplaudan
como la multitud de curiosos aplaudió al “bolchevique” muchos años antes y Boby
quién recuperó aquellos” años 60 que una
vez le robaron, sonríe a todo el que va a su casa a buscar música de aquella
década - porqué él lo tiene todo y lo
que no lo baja de internet - y atiende a todos con igual dedicación aunque
nunca les ha contado a los más jóvenes porqué cruza la calle y se persigna
cuando pasa frente a una barbería.
Es la realidad de todos los que pensamos que Batista nos dejó la puerta abierta hacia un mundo "libre". Pena de que no pudimos ser un Peter Pan para así, habernos evitado las UMAP, los SMO, las EMCC y tantas siglas más que nos doblegaron en "El tanquista y un perro". Bobby pasó por tanquista en su "unidad". Los perros son los otros personajes........aún quedan.
ResponderEliminarEsos hijos de su madre nos robaron la juventud. Que Dios los perdone porque yo NO.
ResponderEliminarEsos hijos de su madre nos robaron la juventud. Que Dios los perdone porque yo NO.
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