domingo, 11 de agosto de 2013

Cambiando de teatro pá bolero



 
Alberto Oliva
El pequeño apartamento de Alberto Oliva está detenido en el tiempo, como recordándonos que se ubica en un barrio de La Habana, esa hermosa ciudad que no anda, que no crece ni decrece, sino languidece.
Mientras hago un recorrido con la mirada por sus paredes, se disculpa por la humedad que las acecha, todavía prevalece el color blanco desafiando al verde del musgo que intenta adornarla. Los cuadros casi son los mismos, aquellos que le dieron alegría en los años 70 y ochenta y hoy solo sirven para resaltar la nostalgia: varios afiches, en realidad recortes de fotografías publicadas en la revista Polonia de aquellos tiempos, una foto del Che Guevara,  más adelante para tapar el vacío de otros, que me confesó que los quitó porque se cansó de creer en ellos, algún que otro recuerdo de un amigo ya alejado hace un buen tiempo. Después el andar de mi mirada se detiene en la ventana que nos separa del mundo por una reja  metálica en forma de pequeños rombos, donde el sol aun desafía los pregones de vendedores intentando a cada rato perturbar nuestra conversación.
Es enero de 2013 y la temperatura es típica del invierno habanero donde no se suda pero tampoco hay que ponerse abrigo. Para que no interrumpan la conversación Oliva conecta la contestadora automática a su teléfono, algo inútil porque su dinamismo incansable hace que no deje de atender cuanto mensaje llega de cantantes afónicos, humoristas complicados con otras presentaciones o músicos que no podrán llegar a la hora pactada para comenzar el espectáculo. Con precisa habilidad le da solución al momento, señalándome que eso es algo rutinario.
Siempre que converso con Alberto Oliva (¿quién no?) el tema principal es el teatro, indudablemente es un gran conocedor de este género, sobre todo en Cuba, donde dedicó más de 45 años de su vida como actor y productor a la prestigiosa compañía Teatro Estudio, por ese motivo comencé la conversación hablando de esa manifestación artística.

OL: ¿Cómo vez el teatro cubano en la actualidad? 
AO: Esa una pregunta algo difícil porque yo me he desvinculado un poco del teatro. Pero creo que  se está haciendo una programación variada, llena de búsqueda, de  gente joven, porque la gente joven tiene una participación en la escena y están haciendo una serie de trabajos que pueden ser  interesantes. Habría que ver hasta qué punto se consideran jóvenes  Carlos Celdrán y Raulito Martín, para mí lo son y son a mi criterio los creadores más importantes en estos tiempos del teatro en Cuba. 
Yo siempre hablo también de gente de experiencia como José Milian, se están pasando cosas muy buenas de él como “El gordo y el flaco”, Las criadas y “Esperando a Godot”,  creo que sí, que se están haciendo cosas buenas. 
El teatro cubano tiene la tradición de los buenos actores que es de lo que adolece en la actualidad, la actuación, la dirección actoral, porque la escuela de Vicente (Revuelta) ósea de Teatro Estudio, que fue también la de Roberto Blanco, Berta Martínez, Estorino y Héctor Quintero. Se nota esa ausencia, no hay  referente de grandes directores, a veces se sobrevaloran  cosas que para mí no tienen un gran significado.
También confío en Carlos Díaz porque es una gente que considero que tiene talento, mucho talento. Creo que en general  el teatro cubano tiene talento para seguir adelante y seguir haciendo lo que hace, uno no puede ponerse a pensar que si  los sesenta, que si los ochenta, estamos viviendo en otra época, en otro momento con otro concepto, con otras valorizaciones estéticas. Hoy en día hay una gran cantidad de muchachos graduados del Instituto Superior de Arte (ISA), dentro de las artes escénicas que salen y van a hacer su trabajo social y dentro de los grupos teatrales hay gente con mucho talento. El paso de los años será lo que dirá si son buenos o malos, si se pueden parar al lado de un actor como Reinaldo Miravalles, Vicente Revuelta o Roberto Blanco, de esa gran lista de actores cubanos. Creo que sí, que lo pueden lograr y lo van a hacer.
La formación de actores por parte del ISA es una fuente inagotable para el teatro, con los defectos que pueda tener, que yo pienso que son muchos sobre todo en la dicción, la pronunciación, la proyección del actor hacia afuera y el nivel actoral, hay muchos fallos, pero en fin son gente joven que se están desarrollando y tiene por delante un largo camino para lograr el objetivo que se tracen.
OL: Hace ya unos años te hice una extensa entrevista para la revista Artimaña, me hablaste mucho del teatro cubano y tu experiencia en Teatro Estudio cuando recorrieron una buena parte del mundo incluyendo Moscú, hace poco leí sobre el director ruso Yuri Luvimov, quien aun está muy activo y sé que tuviste alguna experiencia de trabajo con él, ¿me puedes hablar de eso?
De Luvimov puedo decirte poco porque su presencia en Cuba fue muy corta. Él donó casi toda la técnica de luces que se utilizaron para "Los diez días que estremecieron al mundo", supervisó lo de las columnas de luces y la cortina hecha también de luces que daban al espectáculo una magia preciosa.  
Nosotros estuvimos en El Teatro Taganka que era el lugar de trabajo de él. Aún no habían inaugurado la nueva instalación que le estaban construyendo. Tuve la oportunidad maravillosa de asistir a un ensayo de "Crimen y castigo", nunca olvidaré el derroche de imaginación y técnica utilizada en ese espectáculo apuntalada  por grandes actuaciones.
Cuando Luvimov se enteró de que Teatro Estudio estaba en Moscú tuvo la deferencia de invitarnos a un ensayo, cosa que jamás hacía. Sólo nosotros sin ningún acompañante. Nunca se me olvida el escándalo, a lo Vicente, que le dio a la primera actriz por algo que hizo durante el ensayo.
OL: Una de las curiosidades que he tenido en esta visita a La Habana es conocer cómo está la televisión, que fue uno de los medios en que más incursioné aquí, pero he tenido poco tiempo, por eso quisiera conocer un poco tu apreciación de la televisión cubana en la actualidad.
AO: No soy gente de televisión, pero buen espectador, por eso te puedo decir que la televisión cubana no está en su mejor momento porque hay un gran grado de chapucería en muchos programas que yo digo que no tienen razón de ser. Aquí se hizo muy buena televisión durante los años 50  y después durante los 80 que hubo un desarrollo creciente de la televisión, pero cuando llegó el famoso "periodo especial", eso cayó en un hueco del cual no acaba de salir. Hay mucha programación enlatada, sobre todo americana que no tengo nada en contra de ella pues es de primera línea, pero me parece que hay exceso de musicales, si hacemos un recorrido por los canales están poniendo musicales, musicales, musicales y digo si a mí no me interesan los musicales, quiero ver otra cosa.
También en este medio hay gente joven haciendo cosas interesantes, he visto cosas como programas cortos, cuentos, video clip etc. que son buenos, pero la televisión tiene que educar y entretener, pero no entretener por entretener, tiene que educar entreteniendo y el producto que presenta tiene que ser atractivo para que la gente lo consuma. Creo que se les está yendo la mano en poner cosas chabacanas y vulgares, tanto la radio como la televisión, eso se está tratando ahora de cuidar porque llegó a niveles insostenibles y ya te digo tiene que ser formativa y educativa entreteniendo.
 
Alberto Oliva y el autor
OL: Hay un dicho muy cubano que dice cambió de palo pá rumba, en tu caso yo diría cambió de teatro pá bolero, cuéntame cómo ha sido eso.
Esta nueva etapa en mi vida primeramente es una motivación económica, yo lo  hice primeramente por Héctor Quintero, que dirigía el centro de espectáculos nocturnos "Dos Gardenias" y me pidió que trabajara con él y lo hice pues éramos como hermanos. Conocí un mundo que para mí no tenía que ver con la disciplina del teatro, con el mundo del teatro, te digo que la disciplina entró a Dos Gardenias conmigo, yo llevé allí la disciplina de trabajo del teatro junto con Héctor Quintero. Me acuerdo que el primer día que llegué Héctor era el presentador y a las 11 y 25 le dije - quedan cinco minutos - y a las ocho y media le dije - es la hora de empezar- me miró y me dijo: - ohhh, pero nunca se opuso a mi estilo de trabajo. Una vez se fue de vacaciones a Miami y dijo - sé que dejo a Dos Gardenias en buenas manos porque dejo a una persona que tengo plena confianza en él.
Desde el punto de vista de mi experiencia allí, hubo una etapa que fue muy rica porque cuando yo llegué estaban Lino Borges, Fernando Álvarez, Manolo del Valle, Roberto Sánchez, María Elena Pena, Elizabeth de Gracia, Mundito González, Ela Calvo, los mejores cantantes de bolero de este país, pero desgraciadamente las cosas cambian, Héctor Quintero dejó de trabajar ahí y a mí me tocó un momento difícil  que era lo de meterse en ese proyecto desde el punto de vista artístico como productor y enfrentar, como se dice ahora, nuevas  vertientes y sacar el proyecto hacia adelante porque había caído en un hueco. Fue muy difícil y me es difícil todavía tratar de que se asimile que salvar el bolero, salvar la cultura nacional, salvar el patrimonio de la nación es muy importante, un país sin tradición no es un país y el bolero forma parte de la música cubana, como el son, la guaracha, como forman parte las creencias religiosas de las tradiciones. Creo que muchos de los problemas que tiene el país es haber acabado con las tradiciones que eran importantes en esta nación, que forman parte de su cultura. Pero en este momento lo que quiero decir es que los graves problemas míos allí, ha sido entender. Recuerdo cuando yo trataba de entenderlos a ustedes que eran mucho más jóvenes que yo, pero tenía criterios que se avenían a los criterios de ustedes y siempre he tenido esa dicha, allí en Dos Gardenias he estado trasladándole ideas a los jóvenes, enseñándoles que el bolero es importante, que la música cubana es importante y no es solo la balada, que no es solo la salsa o el regetón, que todo eso se puede hacer en su momento y lugar, pero que lo primero que hay que hacer es lo cubano, lo autóctono y me ha costado trabajo. Ayer por ejemplo hablaba con Maiko de Armas y me decía: - Oliva ya no soy el Maiko que llegué aquí hace unos  años. Pero en ocasiones tropiezo con los criterios de los boleristas clásicos, que no es que no estén de acuerdo que eso se haga, ellos están de acuerdo que sean esos jóvenes quienes lo releven.
Creo que puede haber grandes, pero no como Celia Cruz. Hay artistas que sentaron pautas como Olga Guillot, Elena Burke, Benny Moré y puede que hayan otros que puedan, llegar pero nadie sustituye a nadie, yo creo que Mundito, Manolo del Valle,  Héctor Téllez, son insustituibles, pero hace falta que surjan nuevos artistas, nuevos cantantes, por eso interesan los muchachos jóvenes. En fin yo creo que el bolero en Cuba en este momento no está bien, el ministerio de cultura está haciendo todo un gran trabajo para rescatar todo el género cubano y la cultura en general.
Yo creo que lo que ha hecho con el bolero Luis Miguel, lo que hizo ahora Eliades Ochoa, con el Granmy que le dieron por un disco de boleros, en Cuba hace mucho que los grandes boleristas no hacen un disco ni Manolo del Valle, ni Cary de Castro, que es una señora cantante, tampoco Santiago García, Debía hacerse una antología con boleros por ellos, pero con criterios más contemporáneos porque no podemos seguir tratando el bolero con una visión museable, como si fuera en los años 50, hay que hacerlo contemporalizado, como puede hacer Maiko. Coco Freman, uno de nuestros mejores cantantes, nos dijo una vez que había que desempolvar el bolero, que había que hacer un gran espectáculo, con pantallas, luces, bien llamativo.
OL: ¿Piensa en el retiro Alberto Oliva o tiene planes para el futuro?
AO: De jubilación nada, de planes muchos, entre ellos seguir trabajando como asesor en las salas teatrales Raquel Revuelta y  Adolfo Llauradó y en el Centro de Investigación con un museo de las artes escénicas que se va a crear, y en la música dar mi vida porque se salga de la mediocridad, de la chabacanería y que se trabaje con buen gusto en la música, la calidad de los textos, que se pueda volver a la canción de texto, la canción que hacía Cesar Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Marta Valdés. No estamos viviendo las mismas épocas, pero la vulgaridad y la chabacanería no se pueden ensalzar, hay que combatirlas, porque si las ensalzamos nunca vamos a salir del lodo.




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