No van con parche en un ojo, pata de palo o un garfio sustituyendo la mano perdida en un abordaje, muchos ni conocen el mar, pero todos le dicen piratas a esas personas que encontramos vendiendo libros (piratas) de cualquier autor por famoso que sea a precios asequibles. Son libros “pirateados”, eso se sabe, aunque salvo alguna diminuta errata, el tamaño de la letra u otro pequeño detalle no distan mucho de las obras originales. Las editoriales les odian, mientras que muchos autores son más condescendientes y algunos hasta pactan con ellos para vender alguna edición (autopirateada) de sus propios libros.
En muchas ocasiones he escuchado la aplastante frase de “el boliviano no lee”, es como una fatalidad regularmente vaticinada por alguien que es boliviano y no lee, pero… ¿acaso se han acercado a una de esas librerías donde ofertan libros originales? ¿han visto sus precios? ¿son accesibles al sueldo de un trabajador que muestra interés por la lectura? Para ser sincero tanto en esas librerías como en la mayoría de las ofertas de la Feria del Libro el precio es superior tres o cuatro veces al salario de un día de un trabajador según la media nacional, eso sin dudas desanimaría a cualquier lector y si fuera así en Francia, también dirían “los franceses no leen”.
La desproporción en el costo de los libros originales en Bolivia no se observa ni en los países de mayor desarrollo, por ejemplo en New York es posible comprar una edición de bolsillo de cualquier best sellers por 10 ó 15 dólares, mientras que si nos asomamos a una librería cerca de donde vivo a ver los precios podemos infartarnos o mejor decidirnos a tomar allí un café no tan caro y posponer la compra del libro para cuando vengan tiempos mejores.
No quiero con esto hacer una apología a la violación del derecho de autor, tampoco estoy interesado en que se repita la historia de aquella edición de cientos de miles de ejemplares de “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” que se distribuyó gratuitamente en la Cuba de los años 60 haciendo realidad una hermosa utopía. Si queremos que el boliviano lea, se interese por las grandes obras de la literatura, la ciencia y la técnica tendrán, los que le corresponda, la tarea de buscarle una solución y no a través de esos precios abrumadores. Mientras seguiremos acudiendo a los libros más baratos aunque la conciencia nos grité ¿No a la piratería?
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