domingo, 6 de mayo de 2012

MINERO

Centro de Minero
En realidad no sé si es Minero o Mineros. Yo prefiero decirle a ese pueblo ubicado al norte de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Minero, así sin la S final, como le dicen sus pobladores.
Fue el primer lugar donde trabajé en Bolivia, gané algo para mantenerme en los tiempos iniciales de mi estancia y sobre todo para pagar todo lo referente a los caros y engorrosos trámites migratorios. Me ayudaron mis amigos de Montero, una ciudad ubicada entre Santa Cruz y Minero, de esa forma fui contratado para trabajar en la campaña electoral por la alcaldía municipal, así que día a día mientras duró recorría los casi 100 kilometros de donde vivía para llegar allá. Ahora 7 años después después sacó de mi memoria... "flash" de los recuerdos, algunas notas de mi estancia en aquel lugar a mi criterio magico también.
"...salí de Santa Cruz en micro como siempre, el viaje de poco más de una hora sigue siendo agradable sobre todo cuando puedo sentarme en el asiento que prefiero. En Montero aprovecho para estirar las piernas y camino unos metros hasta llegar a la parada de los trufis, que son unos autos que cubren una ruta especifica, sus conductores ya me conocen y no obstante me gritan al oído: - Minero, Minero, hay para uno -  me toman por un brazo y casi me introducen en el carro adelantándose a otro que tenía la misma intensión. El viaje dura unos 25 minutos entre inmensas poblaciones de vacas perezosas echadas en el pasto abundante frente a la mirada de un caballo excitado ante tanta hembra animal, aunque no sea de su raza; camiones repletos de caña, choclo, sorgo o soya, ómnibus gigantescos de dos pisos que le llaman flota a velocidades increíbles y anuncios, o tal vez alucinaciones que marcan una distancia del pueblo que parece que nunca llega.
Poco después de pasar la tranca, donde se paga el peaje aparece una nube de polvo y hojas que el vehículo atraviesa sin mucho preámbulo, entonces aparece el pueblo.
Minero es un pueblo típico del norte cruceño, con la mayoría de sus calles sin pavimentar de las cuales se levanta constantemente una enorme nube de fino polvo que apenas deja respirar y cuando llueve recuerdan un pantano. 
Desciendo poco antes de la parada final, frente ala plaza principal y me dirijo a la vivienda del candidato que asesoro. Camino por una calle pavimentada a base de losetas y después otros 80 metros de calle de tierra donde se ubica la casa.  La domina un enorme portón por donde entro casi con desenfado, saludando a pobladores que esperan afuera y adentro en espera para pedirle algún favor en estos tiempos electorales u ofrecerle sus servicios en la campaña. En el interior todo es movimiento a pesar que el día para ellos comienza bien pasada las nueve de la mañana. Desde la puerta distingo al candidato, su vestimenta a esa hora consiste en una toalla enroscada a su cintura como si acabara de salir de la ducha, aun así está  atendiendo los problemas más urgentes, se detiene para saludarme con su mejor sonrisa: 
- Buen día licen, siéntese acá.
La casa es gigantesca, llena de habitaciones desordenadas y más grandes que cualquier casa habanera, el comedor que da a un patio adornado de plantas con flores también tiene una mesa  a la cual en estos tiempos acuden muchos personajes del pueblo, entre ellos el cura católico y el pastor evangelista, que aunque tratan de no coincidir se le hace imposible hacerlo durante el almuerzo. También se distingue un señor de finos ademanes, muy culto,  quien es propietario del teatro, el cine, una  emisora de radio y asegura que en pocos días inaugurará la primera emisora de TV de municipio. Este popular personaje que se pavonea contando que posee una colección de discos negros de gran valor, es una persona respetada y querida en el pueblo,  famoso por entrarse a puñetes con quien intente pasarse de la raya con su persona, además de tener el poder casi absoluto de los medios de comunicación y destrozar al que desee desde su micrófono, por lo demás una hombre de exquisito gusto. Hace dos tardes me invitó a una de sus antológicas meriendas, que le dicen tomar un té, consistió en chocolate traído especialmente del Brasil, lo preparan batido y caliente, acompañado con  pan de arroz que puntualmente traen a diario los taxistas desde Saavedra, un pueblo cercano donde lo elaboran, ya que según él hay que comerlo caliente, todo esto ocurre en una mesa servida por el anfitrión con delicadeza en el patio de su casa, debajo de una mata de tamarindos y que según me cuentan en el pueblo es un honor ser uno de los invitados a esas meriendas vespertinas de la cual va haciendo una descripción través de su radioemisora.
Volviendo con la casa del candidato, en un principio no podía  tener una idea de cuantas personas vivían allí por el eterno transitar de familia y un ejército de empleadas y empleados con sus hijos confundidos entre ellos. Solo cuando ya me distinguieron invitándome a comer en la mesa de la cocina pude diferenciar entre servidumbre y familia, ya que los primeros cumplen su función de servir, aunque todavía no he logrado contabilizarlos, algunos creo que viven allí con sus hijos quienes se confunden con los del patrón por su físico. 
En las tardes, a eso de las cuatro, hay tranquilidad ya que en estos días ni la siesta duermen, a esa hora todos se van a hacer campaña en los barrios y yo me quedo disfrutando del fresco que a veces llega burlando el bochorno de la tarde, entonces, la hija más joven me invita a tomar café con dulces en la mesa gigantesca de la cocina. Me da gracia como imparte ordenes y busca soluciones a los problemas que de pronto aparecen, pero me siento como en una isla en aquella mesa y el eficiente ejercito de empleadas acechando a ver que nos falta. 
(continuará)

Calle de Minero

Calle de Minero

Campaña electoral
Músicos de la banda
Músicos de la banda
La casa del Candidato









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