A eso de las seis y media de la mañana me despertó el autoritario y ridículo timbre del reloj chino que descansa sobre la tele, quien debía despertarse era mi mujer, yo no, no necesito despertador, - ¿quién coño ha visto un desempleado con reloj despertador?- los desempleados no necesitamos despertarnos, siempre estamos dormidos, o mejor, soñando con un trabajo que no llega, por eso a tientas me levanté de la cama y procedí a apagar aquel tortuoso ruido. Cuando ya me disponía a dormir de nuevo me despertó otro ruido peor aún, a lo auditivo se agregaba lo visual: la televisión que automáticamente se activó programada la noche antes por la bella durmiente que reposaba en mi cama y ni cuenta se dio de ambas alarmas que cuidadosamente había ordenado, pero mejor que siguiera durmiendo y así no se ponía hacer zapping por los canales que compiten por ver quién lo hace peor.
Lamentablemente, y digo así porque preferiría despertar con música o hasta con un sermón, la pequeña pantalla se iluminó con UNITEL, preferida de ella porque pone la hora y la presunta temperatura debajo, bien pequeño y cuando no hay comerciales. Al momento las sonrisas soñolientas de un grupo de presentadores tratando de alegrarnos la mañana en un plano general digno de cualquier western clásico o espagueti, así, de cuerpo entero, sin atinar a saber cómo pararse ni dónde poner sus manos, por lo que uno de ellos no cesaba (nunca cesa) de intentar meter bien la camisa por dentro del pantalón, el otro se rascaba la nuca y la chica, alta como un pino, en ocasiones ponía sus hermosas piernas una detrás de otra dando la impresión que en cualquier momento caería al piso ruidosamente, afortunadamente no ocurrió.
Lo que siempre me pregunto es ¿porqué abusan tanto del plano general en la pequeña pantalla? Aunque el tamaño de los receptores ha aumentado, todavía no es suficientemente grande, la televisión es el arte del primer plano, explotar los rostros, los objetos, los detalles y eso es cosa olvidada o no aprendida por la mayoría de los productores que prefieren dejar el plano abierto aunque se vea lo innecesario y lo que no.
Más adelante otra cosa que considero un error de dramaturgia, es cuando alguien entra al set (casi siempre modelos con escasa ropa), se exhiben y luego de comerciales vuelven a entrar sin habernos dado una perspectiva de cuándo salieron, recuerdo que esto se lo señaló una vez un colega a un conocido productor por aquel entonces del programa mañanero de UNITEL, dice que no le replicó, respuesta que él entendió muy bien y nunca volvió a decirle, fue lo más acertado ya que su costumbre de dirigir a gritos es bien conocida, tal vez sea un estilo de trabajo al que yo una vez recuerdo me negué a usar cuando un asistente de un programa que producía me alertó:
- licen, al boliviano le gusta que lo traten - no le creí pero desde hace un par de años es él quien dirige ese programa todavía en pantalla. Aun así no pondré en práctica su consejo, creo más en la cordialidad y en el primer plano, creo que la potencialidad de cada ser humano es posible extraerla sin coacción ni intimidación.
Cuando llegué con el café ya mi esposa había despertado, como preví se había apoderado del mando haciendo su habitual recorrido por los diferentes canales, de nuevo lo mismo con lo mismo, pero no voy a dar detalles pues si sigo comentando, el exiguo mercado laboral al que pudiera aspirar cada vez se acorta más.
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