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Viña del Mar es mucho más que la Quinta Vergara con su música y colores incluyendo al "Monstruo", ese público exigente y generoso a la vez. Viña, es el mar, las gaviotas y la alegría.
Nunca me la imaginé una ciudad llena de grandes edificios desafiando temblores y terremotos, una franja costera adornada con arena y separada del mar por un muro que me resultó perenne recuerdo de mi malecón habanero, verdes y frías aguas en las que confieso me sería muy dificil animar a entrar, donde los barcos fondeados en la vecina Valparaiso y en sus mismas aguas despertaron esa nostalgia de costero que llevo siempre.
Nunca me la imaginé una ciudad llena de grandes edificios desafiando temblores y terremotos, una franja costera adornada con arena y separada del mar por un muro que me resultó perenne recuerdo de mi malecón habanero, verdes y frías aguas en las que confieso me sería muy dificil animar a entrar, donde los barcos fondeados en la vecina Valparaiso y en sus mismas aguas despertaron esa nostalgia de costero que llevo siempre.
Eperar el 2014 en el litoral de esa ciudad balneario fue lo más hermoso, desde temprano miles de personas se reunían, familias, amigos, solitarios, todos frente al mar esperando la hora que nos llevaría de un año a otro.
A cada momento una" lampara volante", construida al estilo de los globos aerostaticos, surcaba el cielo y era seguida por cientos de luces de linternas laser de diferentes colores. La palabra aburrimiento no cabía en aquella emocionada multitud.
A las 12 de la noche se destaparon las botellas de champaña, al mismo tiempo comenzarón los fuegos artificiales con sus magicas luces de diferentes formas, proveniendo de embarcaciones situadas frente a la costa y desde diferentes puntos situados en ciudades y pueblos aledaños, a cada destello se sucedían aplausos, gritos de Viva Chile, algo inusual para mí educado en consignas dirigidas. Fueron 31 minutos en los que el cielo de Viña del Mar estuvo iluminado no solo de luces, sino de la alegría y optimismo de aquella gran cantidad de personas.
Al regreso caminamos por las calles de la ciudad, multitud de gente que regresaban a sus hogares para seguir el festejo nos acompañaban, parecía un enorme tren humano. Los carabineros guardaban el orden sin dejar de sonreir ni desear a los transeuntes un Feliz Año Nuevo, eran retribuidos por apretones de mano y abrazos, uno de los amigos que me acompañaba me dijo orgulloso - ellos nos cuidan mientras nosotros disfrutamos.
Así me llegó el nuevo año, en aquella hermosa, moderna y ordenada ciudad , que si ese día no dejó escuchar la música de uno de los festivales más conocidos a nivel mundial, me regaló la experiencia de un fin de año inolvidable.
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