Llueve sobre Santa Cruz. Foto del autor |
Los días alegres de diciembre se van gastando de forma más rápida que los de otros meses. Será por la alegría que lo matizan, alegría en casas, calles y plazas, alegría de villancicos, de "Papás Noeles" con su vestimenta invernal en este caluroso verano del hemisferio sur, y si acaso no tenemos mucha, en cualquier mercado nos la ofertan acorde a nuestros bolsillos.
Cuando niño, en la libertad de mi barrio, siempre mi familia tomaba precauciones para estas fechas pues se decía que algunas sectas se llevaban a los niños para algún ritual oscuro, en realidad nunca conocimos un caso real al respecto, pero lamentablemente aquí, en esta ciudad los jefes de policía advierten a la población que no anden mucho en las calles y sobre todo que se cuiden, mientras nos preguntamos: - entonces ¿a qué se dedicarán ellos?
La ciudad y el país están revueltos con el escándalo de corrupción en los órganos judiciales, fiscales, jueces, abogados al servicio de instituciones estatales y otros actores pasan día a día por tribunales y de ahí a prisión. Se les acusa de extorsión a personas que debían ser juzgadas. La tapa de la olla se destapó con gran ruido por el caso de un ciudadano norteamericano aprendido hace más de un año sin juicio ya que este estuvo sujeto a cuantiosas cifras que solicitaban funcionarios públicos en función de su libertad o su retención. Una parte de la podredumbre ha salido a flote mientras los arbolitos navideños encienden sus luces de optimismo, los canales de televisión hacen colectas para regalos a niños pobres y una parte de la población, esa pequeña parte que vive en las pocas calles asfaltadas sigue pensando que esta es la ciudad más prospera de Sudamérica y como buenos latinoamericanos repiten ese gigantismo propio de "aldeanos vanidosos": - tenemos la feria comercial más grande de Sudamérica, el supermercado más grande de Sudamérica y estamos construyendo el centro de convenciones más grande de América... bueno eso también lo viví pues a cada momento de mis estudios de electrónica me repetían, y yo también participaba del coro diciendo que el Instituto era el más grande de Latinoamérica, así como Copelia la heladería más grande del mundo, etc, etc. etc.
La lluvia de esta madrugada despejó el intenso calor, pude dormir bien aunque mi alegría interna por la próxima partida a mi país después de tres años ha hecho algunos estragos en mi tenacidad con el sueño. Allá en mi ciudad sin muchos arbolitos, con pocas luces y la eterna lucha por resolver algo para comer, las goteras, las guaguas llenas, edificios al borde del derrumbe entre otras cosas, me esperan mis hijos, familiares y buenos amigos para compartir lo poco que tienen, con una sinceridad y solidaridad que extraño. Allá en mi vieja Habana cercada por un trozo de mar veré llegar el 2013 que a pesar de su número fatal superará las predicciones mayas para este año bisiesto que se ha reído de ellas. Allá recordaremos a quienes por leyes de la naturaleza se nos fueron, disfrutaremos de los nuevos que llegaron con su pequeña sonrisa a recordamos que el mundo, la vida y los sueños seguirán existiendo.
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