sábado, 3 de diciembre de 2011

Oscuros recuerdos me asaltan

"Apagón". Foto del autor

Aunque este título sea lo más parecido al de un melancólico  bolero de cantina o la más cursi telenovela, en realidad no es así. Lo que estoy recordando es los "tristemente celebres apagones", esos que en mi niñez llegaban durante horas y horas provocando que armáramos tremenda "perreta" cuando quitaban la electricidad en la parte más emocionante de la  aventura televisiva y sin par algarabía al restablecerla horas después cuando el patrón de pruebas inundaba la pantalla recordándonos que debido a lo tarde que era la programación había finalizado.
Mi adolescencia también estuvo matizada por los apagones, con la siempre promesa que pronto serían parte del recuerdo. Fue en ese tiempo cuando escuché la ironía hecha realidad por un popular cantante y compositor cubano del momento, quien en una charla donde un familiar mío le aseguraba que eso se acabaría pronto replicó suavemente: - claro que si, dentro de par de veinte años. Ni siquiera  el músico atinó con su conservador pronóstico.
La década de los noventa llegó con oscura furia, esta vez los apagones asediaban con ciclos de 8 horas de oscuridad y 8 de luz, es imposible olvidar aquellos ardientes veranos de  principio de los noventas llenos de penumbra, calor y mosquitos entre otras penurias.
Ni el futurista siglo XXI impidió que con él también llegaran los inseparables cortes de luz, fue por ese tiempo cuando salí de Cuba. Aun tengo en mi mente la imagen desde el avión alejándose de una oscura Habana.
Para quienes piensan que por andar lejos de la isla nos libramos de ello se equivocan, el apagón es parte de nuestra cultura, es como esos orishas que llevan sus devotos adonde quiera que vayan, es parte de nuestra piel, de nuestra alma y no se resigna a dejarnos.
Me han contado que allá en Venezuela, donde hay tanto cubano y también tanto petróleo aparecen con frecuencia cortes de electricidad reafirmando ese sino de oscuridad que llevamos.
Para no quedarnos atrás ya están aquí en Santa Cruz, apagones para todos en la inseguridad de las noches, penumbra para los comerciantes que pierden sus productos en las neveras que dejan de enfriar, para las universidades, discotecas, restaurantes, fábricas, café internet y todo lo demás que necesite de energía eléctrica. Ya está aquí la oscuridad como siempre amparada de justificaciones, culpables y promesas... pero oscuridad al fin.
Tanteando en las tinieblas de mi mente  a ver qué canción ponía para animar esta calurosa noche de apagones que me rodean y por suerte no me tocan hoy, recordé otra lejana noche en el centro nocturno habanero "Jardines del 1830", me acompañaba mi amigo el fotógrafo Carlos Félix Martínez, quien ahora anda por Valencia, tal vez huyendo de los apagones. Para ganarnos la simpatía de nuestras acompañantes a quienes habíamos conocido minutos antes, se nos ocurrió ir donde la estrella de la noche, "Moncho, el Gitano del Bolero" y simular que coordinábamos una entrevista. Surtió efecto  el truco y pudimos conversar con el cantante español mientras ellas nos miraban estupefactas. Esa noche el espectáculo comenzó con "cierto retraso" pues al momento de empezar... se fue la luz. Dos horas después los que esperamos estoicamente fuimos recompensados al ver que las luces del escenario se encendían, entonces Moncho can y me di cuenta que todo es cuestión de paciencia, al final siempre se hace la luz.




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