La cola del pan |
A menos de 100 metros de donde vivo hay un supermercado que según publicitan es el más grande del país, lo que no he podido comprobar pues no tengo intensiones de andar por ahí midiendo estos establecimientos. Eso sí, es bien grande, con variada oferta y esmerada atención desde la entrada a la salida incluso cerca de la hora del cierre cuando cajeras y cajeros muestran sonrisas creíbles y no esas muecas espantaclientes que encontramos en otros lugares de esta ciudad. Es un lugar agradable que cuando el calor arrecia puertas afuera en el interior los acondicionares de aire nos hacen placentera la estancia y cuando el tiempo es frio, un calorcillo nos incita a quedarnos un ratico más en sus predios…y por supuesto comprar más de lo que habíamos previsto si nos da el bolsillo. La amabilidad de las promotoras ofertando sus productos que dan para degustar es también significativa en este centro comercial que para colmo han instalado varias pantallas donde repiten por momentos secuencias de una de mis películas favoritas de Chaplin.
Como dije anteriormente vivo cerca de ese lugar (menos de 100 metros, aunque no lo he medido tampoco) y en ocasiones, sobre todo en algunas mañanas cuando me doy cuenta que la leche se agotó y el pan pasó sus mejores horas, me da pereza caminar desde mi casa hasta el referido supermercado. Uno de esos días no me quedó más remedio que recorrer el corto trecho y al poco tiempo de andar fui pensando, comparando cuando allá en mi amada y lejana Habana tenía que recorrer más del doble de esa distancia (bien medida), subir una loma de apreciable pendiente y llegar a la panadería con el objetivo comprar el único pan que me otorgaban al día por la libreta de racionamiento, ese minúsculo pan mío de cada día, el "toma uno", como parodió un humorista o el "anti-pan" como lo clasificó el maestro de la risa Zumbado, mucho antes. Allá, casi llegando a la cima de la loma estaba la panadería y la cola donde preguntábamos por “el último” y después agregábamos ¿detrás de quién va?. Si la suerte nos abandonaba (algo muy común) y no habían "sacado" pan, regresar resignado a la casa o esperar bajo el inclemente sol o el frío según la estación del año, ah y nada de sonrisa, promotora agradable o película de Chaplin, simplemente esperar sentado en algún sobreviviente banco del parque de enfrente bien alerta para que una pelota bien bateada por algún chicuelo con aspiraciones de ser Kendry Morales no te diera en la cabeza o un balón pateado por cualquier aspirante a Ronaldiño no fuera a hacer diana en nuestro cuerpo.
Por fin cuando aparecía el pan y me tocaba el turno, entregaba la libreta a la panadera quien automáticamente ponía algo ininteligible en el pequeño cuaderno lleno de cuadritos y denominaciones de productos, muchos en extinción, tomaba un pan que cabía totalmente en sus pequeñas manos y te lo entregaba así, apurada, sin apenas mirarte la cara por la premura de atender a quien venía detrás y a toda la cola que clamaba por salir rápido de esa cola tal vez para ir a otra.
Como el camino es corto pronto estaba en el interior del Super, esa vez cálido y como siempre agradable, con el fragmento de la película de Chaplin y un poco más allá sonando aquella canción de Arjona, tal vez por casualidad, pero que su letra nos recuerda que hay Cuba y por supuesto cubanos como una señal para que no olvidemos el pan, al anti-pan, la loma y la cola.
El pan y la cola para el pan, lo puedes valorar como un entretenimiento más.
ResponderEliminarSí aquí quieres distraerte caminas esos 100 metros, o en caso contrario tomas un micro, que está uno detrás de otro. Sí caminas esos 100 metros no vas pensando en qué no habrá en el súper, sino en qué más vas a comprar.
Además sí aquí estás sin hacer nada y quieres distraerte accedes a Internet, o ves la tela por cable y sí no la tienes sintonizas los canales sin cable.
Pero sí tienes que caminar los 100 metros, pues no hay micros, sí vas pensando en qué puedes encontrar en vez de lo que necesitas, si solo tienes un canal con cuatro espejos que trasmiten casi lo mismo y sí Internet.. mejor no escribir, entonces la cola para el pan, es diversión.